Nashville
Otra proeza del señor Costello
Si existe un Dios, cabe pensar que en el paraíso habrán reservado un lugar para los mejores músicos de nuestro tiempo. Por ahí descansarán Hank Williams, Buddy Holly y Elvis. Recibirán visitas de Beatles, Stones y Bob Dylan. También de Tom Waits, Joey Ramone, Otis Reding, Neil Young y Gran Parsons. Y, cómo no, abrirán la puerta cuando llegue Elvis Costello a la hora del té.
Porque este hombre juega en la liga de los más grandes desde hace mucho tiempo. Para muestra, el concierto de anoche en Madrid, ya un acontecimiento inolvidable.El riesgo es virtud en desuso en estos tiempos de monotonía y mediocridad en los que se debate la música. También sucede en el cine, la literatura y los videojuegos. Pero, de vez en cuando, aparece alguien como Costello para agitar el árbol, para demostrar que no basta ser un genio, sino que hay que ejercer como tal.La última aventura musical de este hombre es el bluegrass, pero a la manera de Elvis Costello. Lo que realmente hace es poner un sello personal, el que tiene como compositor realmente original, para rodear sus melodías de una instrumentación tradicional, con mandolinas, dobros, acordeones y guitarras de palo. Es lo que hizo en su último álbum, el delicioso «Secret, Profane and Sugarcane», cuyas piezas son espléndidas. Para ello, Costello se rodeó de una banda con lo mejorcito del género, empezando por las armonías vocales de Jim Lauderdale, poseedor de una discografía en solitario realmente recomendable. Y también estaban tipos tan imponentes como Jerry Douglas, Stuart Duncan y Jeff Taylor, músicos cotizadísimos en la escena de Nashville.El concierto se abrió con el clásico de Memphis «Mystery Train», y continuó con el fantástico «Blame It On Cain», el primer disco de Costello. La primera gran proeza de la noche fue la evocación del «New Amsterdam», mezclado con el «You've got to hide your love away», de los Beatles. Sí, la noche iba a ser muy especial.Acto seguido otra ambrosía con el «Good Year of the Roses», para mayor gloria de George Jones. Y después, otro momento importante del concierto, nada menos que el «Red Shoes». Lo que originalmente fue una anfetamínica canción, aquí se transformó en una frágil maravilla. Y lo mismo con la memorable interpretación del «Everyday I Write a Book», o el recuerdo a Jerry Garcia con «Friend of the Devil», además de «Alison». Fue una noche inolvidable. Cuesta creer que todavía se pueda estar tan cerca de la belleza en este mundo que nos está tocando vivir. Costello, un grande.
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