Literatura

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Amor y sexualidad por Marina CASTAÑO

Amor y sexualidad, por Marina CASTAÑO
Amor y sexualidad, por Marina CASTAÑOlarazon

El amor y el deseo es algo que se mantiene por sí mismo y, para no sepultarlo, basta con no renunciar jamás. El amor unido al sexo rejuvenece, o, mejor, evita el rápido envejecimiento, o, cuando menos, mantiene la ilusión de la juventud. Consideremos que la especie humana, a diferencia de las demás especies animales, no ama tan sólo con el sexo y en aras de la procreación, sino que también ama con el alma y empujado por una rara fuerza que habita en el discernimiento. El amor está en los albores de todas las mitologías. Entre los egipcios el Ser Supremo estaba representado por Apis, el buey que se fecundaba a sí mismo. El Baal fenicio también se autofecundaba, y el elemento femenino del amor lo representaba Astarté.

Los griegos tenían a Eros, el hijo de Afrodita, como divinidad del amor físico. Según Platón, amar es desear lo bello, desear unirse a la perfección que, entre los helenos, era noción semejante al de la belleza, porque la inteligencia, sin amor, no actuaría. ¡Ah, la inteligencia, siempre el patito feo en las relaciones humanas, lástima! Epicuro distingue entre apetito, que es necesidad que dimana de la naturaleza y a la que conviene satisfacer, y pasión, que es producto de la imaginación y, por tanto, rechazable.

Pero el amor, como sublimación absoluta de la sexualidad, adquiere su preponderancia en la Baja Edad Media, en la época de los trovadores, de los caballeros andantes y de los poetas renacentistas cultos, como Dante o Petrarca. ¡Qué lejos queda todo!, aún así el amor y la sexualidad accidentales, pasajeros o permanentes, son los motores que mueven al ser humano. Sin olvidar el afán de mando, claro.