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Cerco al asesino del cuarto día

La Policía francesa se enfrenta a un psicópata frío y cruel que actúa periódicamente. La Fiscalía cree que volverá a atentar, mientras se despliega un dispositivo sin precedentes 

Cerco al asesino del cuarto día
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PARÍS- Es el hombre más buscado de Francia, pero poco se sabe de él. Su identidad, como sus motivaciones para perpetrar la peor serie de asesinatos conocida en el país sigue siendo un misterio para los investigadores. «A día de hoy aún no sabemos quién es», reconocía ayer el ministro del Interior, Claude Gueant, desde Toulouse, donde el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha instalado el centro de operaciones para dar caza al llamado «asesino del cuarto día» tras la brutal matanza del lunes. Pese a la movilización de varios centenares de agentes de la Policía judicial, de todas las unidades especializadas de las Fuerzas de Seguridad, de los servicios de anti espionaje, expertos en cibercriminalidad, así como analistas del comportamiento, los llamados «profilers», «no hay grandes avances en la investigación», admitía Gueant. Ayer toda la región del suroeste francés amanecía blindada. Por primera vez se aplicaba el máximo nivel de vigilancia y alerta antiterrorista, que implica un refuerzo masivo de la presencia policial en lugares estratégicos como lugares de culto, centros de enseñanza o estaciones de tren y metro. El objetivo: atrapar al criminal y evitar una nueva tragedia.

Disparos en la cabeza
Tratar de establecer un perfil ajustado del asesino y prever sus movimientos constituye una urgencia para la Policía, que trabaja contra reloj y teme que pase, en breve, a la acción. De hecho, según la mayoría de los criminólogos, no habría razón para que no cometa otro atentado. Entre cada una sus acciones media un lapso de cuatro días. «Una periodicidad que no escapa a nadie», señaló ayer el fiscal de París, François Molins, que describió al sospechoso como un individuo armado, «extremadamente determinado en su acción», que siempre utiliza el mismo proceder, «a sangre fría» y «premeditadamente», como puede constatarse tanto en la elección de sus víctimas como de sus objetivos. Militares de origen magrebí en los dos primeros crímenes; adultos y menores de confesión judía, el lunes.

Grabó los crímenes
Además, grabaría cada uno de sus actos. Con la intención de recrearse o incluso de difundir las imágenes por internet, aunque de momento los rastreos de la Policía no han dado ningún fruto. En cualquier caso, un detalle novedoso en la investigación que viene a ilustrar el carácter metódico y minucioso de su acción y el horror que busca provocar. Según confirmó el ministro del Interior, el individuo actuaría equipado con una minicámara de vídeo instalada en el cuello para captar cada una de sus atrocidades. «Un elemento más sobre el perfil de un hombre que tiene la crueldad de grabar sus actos», dijo. Además, ha disparado a sus siete víctimas a la cabeza y a quemarropa. Tras haberse privilegiado la pista del ex militar extremista y convicciones xenófobas, el fiscal Molins reiteró que no hay ninguna hipótesis que prevalezca por el momento. De hecho, una fuente policial descartó ayer la de los tres militares, miembros del mismo regimiento de Paracaidistas de Montauban al que pertenecían los soldados asesinados, que fueron sancionados en 2008 por posar junto a una cruz gamada emulando el saludo hitleriano. Queda la pista yihadista, aunque el modus operandi no se corresponde con el tipo de atentados con bombas y explosivos propio de los islamistas.

No se descarta que el triple tiroteo pudiera ser obra de alguien que quisiera vengar la causa palestina y castigar por «traidores» a los tres militares musulmanes asesinados por luchar en las filas de un Ejército presente en Afganistán. Pero la tesis que cobra más valor es la del «lobo solitario». Aunque no se descarta que pudiera estar respaldado por algún grupúsculo. «Es un asesino en serie, con experiencia en el manejo de armas y una misión», según el profesor en criminología Alain Bauer. Una opinión compartida en la profesión, que también destaca la ausencia de un «móvil clásico», como podría ser la venganza, el crimen pasional o el dinero.
¿Su motivación? «Acabar con aquellos que él estima que no merecen vivir y quiere erradicar», explica el profesor Laurent Montet, que ve en el «asesino de la moto» a un individuo con rasgos narcisistas y que se cree «omnipotente».