Reino Unido
Enrique VIII dios mío por Martín PRIETO
Un posadero del camino de Santiago muestra una postal de agradecimiento del Cardenal Raztinger firmada como Benedicto XVI, muchos años antes de ser elegido Papa. Un juego mental o premonitorio del primer teólogo vivo y al que nadie regatea sus capacidades intelectuales. Su viaje al Reino Unido ha sido difícil; a los anglicanos no les place el aumento del catolicismo y hasta han protestado por el coste de la visita como si no fuera oneroso recibir a otros Jefes de Estado o enterrar a Lady Di.
No se ha hurtado al «Contra Dios» de los sacerdotes pedófilos de lo que ha hablado extensamente pidiendo perdón y ofreciendo garantías eclesiásticas. Es más que un pecado capital: es una doble aberración para un hombre ordenado. También es un agravio para la inmensa mayoría de sacerdotes castos y es una piedra en manos de otras confesiones. El catolicismo se erige sobre Pedro y Pablo y el anglicanismo sobre un rey que se divorció y decapitó a la esposa. Me quedo con el vaticanismo.
UN PAÍS DE NOVELA
Ser corresponsal en el extranjero es fácil y cómodo si te limitas a trasmitir las noticias, pero el oficio se complica si pretendes explicarlas y, sobre todo, radiografiar la sociedad en donde vives de prestado. Por eso sólo impongo una penitencia de tres avemarías a mi colega del «Frankfurte Allgemeine Zeitung» por tildar de muñecas a nuestras ministras. Se le han abierto las puertas del infierno y la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega sólo le ha llamado: irrespetuoso, ofensivo, intolerable y antiguo. El artículo no es misógino porque también satiriza el estilismo de los políticos varones pero al periodista lo han tachado de machista, único argumento del feminismo político. Como es difícil hacer comprender España a los demás, el compañero alemán ha optado por un guiño jocoso para separar la realidad de la apariencia.
La luxemburguesa Viviane Reding, comisaria europea de Justicia en la UE, ha devuelto la misma pelota acusando de «machistas» a quienes, como Rodríguez Zapatero, le piden contención en su defensa de los gitanos. Zapatero presume de ser el justiciero de las mujeres, y más bien ajusticia a las mujeres: elige a sus ministras de cuota por su buena presencia, igual que un tendero contrata a sus dependietas por su aspecto.
Marta Eugenia Rodríguez de la Torre es la mujer más inteligente de España, con un cociente intelectual de 218 y cuenta con un currículum en neurociencias muy aparatoso, amasado en EE UU, pero nunca será ministra, porque, aún nacida en León, es obesa y viste de trapillo. A Zapatero le gusta las mujeres de la talla 36.
Pero un alemán no entiende que se anuncie una huelga general con varios meses de anticipación, con un paro hiriente y una economía desmayada. La batalla Gobierno-Sindicatos por los servicios mínimos es subnormal. Plantean aislar a España por tierra, mar y aire y también en su ánimo flota la aspiración que los policías del Estado encadenen a los portales para que nadie el 29-S, nadie, pueda salir de su casa, con un seguimiento de la huelga del 100%. Méndez y Toxo o no han pasado de Emilio Zola o tienen mucho miedo a fracasar en ésta leva. Minimizar el transporte público hasta el ridículo es contabilizar como huelguistas a miles de trabajadores que no podrán acceder al tajo y que perderán inocentemente el jornal diario. La huelga es un derecho, pero trabajar también, aunque los piquetes no lo puedan entender. Los huelguistas convencidos seguro que pararán aunque funcionen los servicios plenamente. Sin embargo UGT y CC OO están instalados en la huelga forzosa, con lo que la guerra de cifras que nos darán será engañosa e inútil. Sólo será cierto el dinero perdido. La Constitución establece una ley de huelga y fue, desde Adolfo Suárez hasta el día de hoy, que nadie se ha atrevido a hincarle el diente a ese hueso, porque los gobiernos sostienen a los sindicatos por miedo, no por solidaridad con la clase obrera, creando además una casta funcionarial que además no pasan oposiciones.
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