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Escalada irresponsable

La Razón
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Mientras el Gobierno de Rajoy mantiene una intensa negociación con Bruselas a propósito del déficit para este año, los sindicatos y los grupúsculos de la izquierda radical extreman su estrategia de calentar las calles recurriendo en algunos casos al vandalismo y la violencia. El PSOE ha optado por mantener un perfil bajo en las manifestaciones estudiantiles y por hacerse más visible en las sindicales. Los pretextos para las protestas son variados y van desde la reforma laboral a los supuestos recortes en Educación, pasando por las muestras de apoyo a los bachilleres valencianos que han sufrido algunos cortes de calefacción. Especialmente virulenta ha sido la de Barcelona, donde los radicales han ocupado el rectorado de la Universidad, han incendiado coches y contenedores, han cerrado el acceso al Congreso Mundial de Telefonía Móvil y han sembrado el caos en la ciudad al cortar vías principales y líneas de tren. Por el contrario, las concentraciones de los sindicalistas han transcurrido con normalidad y con una discretísima capacidad de convocatoria. Como es natural, nada hay que objetar a que la oposición salga a la calle para replicar a las políticas del Gobierno, pero eso sí, de acuerdo con las normas legalmente establecidas y respetando los derechos de los ciudadanos. Otra cosa es la naturaleza y el objeto real de las protestas. No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta de que todas ellas, pese a su heterogeneidad, responden a una estrategia de la izquierda para lograr dos fines: volver a ocupar las calles tras siete años de «vacaciones» mientras el paro se disparaba y crear un clima de conflictividad social que neutralice la mayoría absoluta del PP en el Congreso. Lo que no pueden ganar democráticamente en sede parlamentaria pretenden lograrlo agitando las calles. Si además se tiene en cuenta la proximidad de las elecciones andaluzas, de vital importancia para el PSOE, será fácil explicar la escalada de manifestaciones que sindicalistas y radicales han programado al milímetro de aquí a Semana Santa. Que ayer algunos dirigentes de UGT y CC OO coquetearan con las huelgas generales convocadas por los nacionalistas en sus respectivos territorios de Galicia, País Vasco y Navarra pone de manifiesto que se ha decretado la barra libre contra el Gobierno de Rajoy sin reparar en gastos. Es muy elocuente que uno de los líderes que han instigado las protestas en Valencia haya puesto como ejemplo a seguir la agresividad extrema de los sindicalistas griegos, cuyas imágenes de violencia han dado la vuelta al mundo dando fe del estado terminal en el que se encuentra el país. No son precisamente esas imágenes las más adecuadas para que España logre en Bruselas el apoyo a sus Presupuestos y la ayuda de fondos estructurales a la creación de empleo.