Estados Unidos
Ruta de la plata por México
La abundancia de la plata hizo de Zacatecas, Guanajuato y San Luis de Potosí la meca de los conquistadores. Ahora, cinco siglos después, recorrer esta travesía permite al viajero revivir el glorioso pasado de la corona española en una atmósfera colorida y hechizante
El 8 de septiembre de 1546, veinticinco años después de que la gran Tenochtitlán cayera en manos de Hernán Cortés, un destacamento de soldados españoles al mando de Juan de Tolosa, que viajaban custodiando a unos misioneros, llegaron a Zacatecas, un lugar perdido de la mano de Dios, pero donde la plata era tan abundante que casi no había que excavar la tierra para encontrarla. En 1549, con la explotación minera ya a pleno rendimiento, comienzan a llegar cantidades ingentes de caravanas repletas de aventureros en busca de fortuna, lo que propició un aumento espectacular de la población. Acababa de estallar la «fiebre de la plata».
No deja de ser curioso comprobar cómo la Historia se repite caprichosamente, ya que, justo tres siglos después, otros «Forty-Niners» sufrieron los mismos síntomas febriles –en este caso producidos por el brillo del oro– llegando en auténticas manadas a los territorios vírgenes de California.
Pero las buenas noticias para Antonio de Mendoza y Pacheco –primer virrey de la Nueva España por aquel entonces– no iban a terminar en Zacatecas: una tras otra, se seguían encontrando nuevas vetas rebosantes de plata y oro en lugares tales como Guanajuato, Sombrerete, San Luis de Potosí o Fresnillo. Llegados a este punto, era totalmente necesario encontrar una ruta, tan rápida como segura, para efectuar el traslado de tamaña acumulación de riqueza hasta la ciudad de México. Y así es como nació el Camino Real de Tierra Adentro, una copia casi exacta del antiguo trazado que los indios mexicas y chichimecas habían utilizado, muchos años antes de la llegada de los conquistadores europeos, para el intercambio de sus mercancías entre los pueblos del norte y del sur.
UNA GRIETA EN EL TERRENO
El trazado de esa ruta estaba determinado por las características propias del terreno: la actividad volcánica y un clima inclemente labraron una tierra rica en depósitos de plata, cobre, oro, ópalos, turquesas y sal. Los desplazamientos de las placas tectónicas abrieron en el centro de Nuevo México una grieta de más de kilómetro y medio de profundidad –la segunda más larga del mundo– y las aguas del deshielo que fluían hacia el valle formaron el río Bravo que fue llenando con sedimentos la profunda brecha. Si bien el cometido inicial de esta «ruta de la plata» fue el traslado de los productos mineros, rápidamente se convirtió en una arteria vital en el desarrollo comercial, en el apoyo de las campañas militares y el de la evangelización de los vastos territorios conquistados para la corona española. Con el tiempo, el otro extremo de esta ruta fue alargándose hasta llegar a Santa Fe de Nuevo México, Estados Unidos, alcanzando una extensión total de punta a punta de 2.900 kilómetros.
El nombre de Camino Real de Tierra Adentro se presta a discusión, puesto que durante el periodo virreinal se denominaba Camino Real a cualquier camino transitable en carreta. Igualmente, se llamaba Tierra Adentro a los territorios poco explorados, sobre todo los situados al norte del Virreinato. Por tanto, hubo otros Caminos Reales de Tierra Adentro, como, por ejemplo, el que conducía hasta Texas.
Muchas ciudades, como San Miguel el Grande –ahora conocida como San Miguel de Allende– nacieron a orillas del Camino Real, no solo por el evidente potencial económico que garantizaba el continuo trasiego de mercancías y personas, sino como parte de un entramado estratégicamente diseñado para poder garantizar la interrupción de la marcha y el descanso cada 40 kilómetros, que era el promedio estipulado para ser recorrido en una sola jornada.
El 1 de agosto de 2010, el Camino Real de Tierra Adentro fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, dentro de la categoría de Itinerario Cultural, por representar una obra maestra del genio creativo del hombre y ser la manifestación de un intercambio de influencias considerable, durante un determinado periodo y en un área específica, en el desarrollo de la arquitectura y de la tecnología, las artes monumentales, la planificación urbana y el diseño de paisajes. Esta importante distinción ha servido para crear un nuevo proyecto que nace con la intención de ligar aun más, si cabe, el Camino Real con cinco ciudades que, por sí solas, fueron también nombradas Patrimonio de la Humanidad, y que bien merecen una visita: México, Querétaro, San Miguel de Allende, Guanajuato y Zacatecas. La fusión de pasado y presente son la excusa perfecta para un viaje que no deja indiferente.
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