Historia

Salamanca

Martes de carnaval

La Razón
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Lo festivo dura poco. Por ello, el latino Horacio aconsejaba disfrutar del momento presente («carpe diem»). El desahogo periódico es la medicina que la gente sencilla necesita para reponerse de tanto contratiempo como depara la vida, por ejemplo, en la hora actual. Así lo hicieron los romanos y después nuestros ancestros medievales. Carnaval es una palabra de origen italiano y la costumbre también. Sebastián de Covarrubias en su «Tesoro de la Lengua» (1611) refiere que «este vocablo (carnaval) se usa en Salamanca y vale lo mismo que carnestolendas y en las aldeas le llaman antroydo. Son ciertos días antes de Cuaresma que en algunas partes los empiezan a solemnizar desde los primeros días de enero, y en otros por San Antón. Tienen un poco de resabio de la gentilidad, de las fiestas que llamaban Saturnales, porque se invitaban unos a otros y se enviaban presentes, hacían máscaras y disfraces, tomando la gente noble el traje vil de los esclavos, y los esclavos por ciertos días eran libres y no reconocían señor».

Risa liberadora
Estudiosos actuales de nuestra cultura, como el francés Agustín Redondo, destacan que el carnaval representó en el pasado la forma más auténtica y duradera de los festejos populares durante los cuales el pueblo, gracias a máscaras y disfraces, podía explayarse y desahogarse sin trabas. Pero, por sus características, se oponía a las manifestaciones festivas oficiales de rígida organización, expresión de la cultura de los grupos dominantes. Al lado del mundo oficial, inmutable y serio, había una segunda vida del pueblo, basada en el principio de la risa liberadora, que hacía desaparecer transitoriamente la alienación del individuo. Hasta don Quijote se volvió cuerdo.