País Vasco

Rajoy oficializa la petición de elecciones para no alargar la crisis

En un Comité Ejecutivo casi de «atrezzo» Mariano Rajoy formalizó ayer la exigencia de elecciones anticipadas en respuesta a la contundente victoria que su partido obtuvo en las urnas el 22-M. La Ejecutiva quedó en poco más que una foto de familia del aplastante triunfo de la víspera: el escenario perfecto desde el que Rajoy lanzó mediáticamente su mensaje del día después.

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Habituales, como Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón, y menos habituales, como Francisco Camps, acudieron ayer a Génova para inmortalizarse en la reunión de la dirección. Más Rajoy que nunca, el líder popular contuvo la euforia que se vive de puertas adentro y primó el discurso de que el PP mira ya al futuro y se pone a trabajar en la preparación de las elecciones generales con «rigor, seriedad y prudencia». Y tan importante como eso, siguiendo la misma estrategia de campaña que la de estas autonómicas y municipales: moderación y mensaje en clave nacional y económica.

El lema de la movilización inmediata entra en la lógica del discurso político, pero también responde a que en Génova creen que por mucho que el PSOE no quiera, las circunstancias pueden acabar provocando el anticipo electoral. Entre otros factores, apuntan a la evolución de los mercados, a la posibilidad de que se siga disparando el diferencial con el bono alemán y a las dificultades de gobernar en minoría y sin poder territorial. «Cuando hueles a muerto nadie quiere estar muy cerca de ti, ni los especuladores económicos ni políticos», ironizaba ayer tarde un miembro del Comité de Dirección.

La debacle territorial dejará al PSOE, por ejemplo, sin la Presidencia de la Federación Española de Municipios y Provincias, y en una situación muy delicada para lidiar con las próximas reuniones del Consejo de Política Fiscal y Financiera, donde se libran las batallas para controlar el déficit autonómico y local. En su discurso de ayer Rajoy recordó que ya pidió el adelanto electoral hace casi un año, el pasado mes de julio, porque entonces consideraba que el Gobierno de Zapatero no cumplía las condiciones necesarias para generar confianza dentro y fuera de España ni valía para afrontar la crisis y resolver el problema del paro.

«No nos equivocamos, las cosas no han ido a mejor, sino a peor», apostilló. Y «como ahora hay más gente que lo ve bien», ayer ratificó de nuevo su exigencia de que se disuelvan las Cámaras: Zapatero no es el «más adecuado» y este Gobierno «no está en condiciones» de pilotar la salida de la crisis. De la posibilidad de una moción de censura, ni palabra, ni siquiera para hacerse eco del oportunista guiño que CiU hizo ayer a esa opción parlamentaria.
En clave autonómica y municipal ahora queda por delante el trámite de los pactos postelectorales, que el PP afronta dispuesto a hablar con todos, salvo con Bildu, y a facilitarlos para «favorecer la estabilidad institucional».

«Con luz y taquígrafos, podemos hablar y pactar con cualquiera, salvo con Bildu», sentenció Rajoy ante su Ejecutiva. El límite a esa disposición a hablar con todos, «como lo hacen los demás», es que el PP no está obligado a pactar «con nadie en concreto» ni aceptará tampoco ningún acuerdo en el que sólo él dé y no reciba nada –no aludió al principio de que gobierne la lista más votada. Entre líneas, inevitablemente, se intuyó el nombre de Álvarez Cascos, que con Foro Asturias ha ganado por un escaño al PSOE y necesita de apoyos para gobernar. El PP reconocía ayer que tiene que reflexionar sobre lo ocurrido en esa comunidad. Rajoy también aprovechó su primer mensaje postelectoral para hacer un guiño a la austeridad y la ejemplaridad: pidió a todos sus cargos que controlen los gastos públicos.

Prudencia ante el nuevo mapa vasco
La victoria ya está de su lado, pero Mariano Rajoy no cambió ayer ni una coma del medido discurso sobre el País Vasco que ha seguido en la campaña electoral. Esa moderada estrategia le ha ido bien al PP vasco, que se ha consolidado como primera fuerza en Vitoria y en la Diputación de Álava. El PP marca como línea roja el pacto con Bildu. Pero a esperas de ver cómo evoluciona el escenario, ha optado por no cargar las tintas contra las posibles alianzas entre el PSE y el PNV. Cospedal recordó ayer la vigencia del Acuerdo por el Cambio, poniendo más énfasis en la exigencia a los socialistas de que no lleguen a acuerdos con la coalición abertzale. Basagoiti, por su parte, garantizó que hará todo lo posible para que «no gobierne quien no se ha desmarcado del terror».