Lorca

Nuria Espert más grande que la Xirgu por Jesús Mariñas

Noche de estreno en el Teatro Real, que sigue superando marcas de impacto.

Nuria Espert más grande que la Xirgu por Jesús Mariñas
Nuria Espert más grande que la Xirgu por Jesús Mariñaslarazon

Evitan el repertorio tradicional de «Aidas» y «Bohemes», quizá porque los grandes están en vías de extinción y otros, como José Cura, juraron no volver a pisarlo. El coliseo se convierte con Mortier en manual de agravios líricos menos para estrenar algo tan desacostumbrado como este «Ainadamar», drama lírico donde Nuria Espert haciendo de sí misma es el mayor atractivo. No desencantó pese a usar micrófono, la preferimos con su desgarro habitual. Ya nadie recita como ella y físicamente, al ir con moño, de lejos recordó a María Dolores Pradera. Encandiló la música casi folclórica del argentino Golijov, pero no tanto el montaje del mítico Peter Sellers. Luis María Anson comentó con Antonio Garrigues y Gregorio Marañón que «debían haberse inspirado más en una escenografía daliniana, más acorde con Lorca y su época».

El decorado parecía una amalgama del mexicano Siqueiros, razonaron ante Isabel Falabella, complementando en rojo fuerte la discreción blanca de Patricia Vargas Llosa. El Nobel, con kilos perdidos bien acentuados por la americana, lo pasó bien: «He disfrutado mucho», observó mirando en la lejanía el entusiasmo que despertó Alejandro Sanz entre el público melómano. Charló un rato con el ministro Wert, que cuida más a los poetas muertos que a nuestras glorias vivas, y pienso en el reciente concierto rentré de Caballé, donde la cultura oficialista estuvo ausente.

Alejandro y la guapísima Raquel fueron repasados por todos los prismáticos, desde el traje gris de nuestro idolatrado cantautor a la túnica dorada, larga y con falda multiplisada de su esposa. Primera salida tras su secreto enlace. Lo vi como nunca antes: confiado, dicharachero y hasta entrañable con los medios presentes. Impactó su cordialidad observada por Luz Casal mientras Concha Carcía Campoy recibía adhesiones ante su mejoría y Charo López, hermosa pero con exceso de kilos a los que abanicaba risueña, seguía extasiando con su aire a lo Ava Gadner. Verónica Sánchez, floreada hasta los pies, paseó su dulce ingenuidad extasiándose con el dominio recitador de una Espert a quien sus hijas Nurita y Alicia vigilaban rendidas. La trágica ya superó los problemas de movilidad que la hicieron sufrir haciendo «La loba», que pronto reanuda por España. Una versión personalísima que tiene gancho único y nos estremeció en «El rapto de Lucrecia», dirigida por Del Arce.

Noche ovacionadora llena de entusiasmos con cierto desmadeje flamenco en el coro casi griego y el bailarín desencuadrado y sin ritmo. Falta de ensayos evidentes y la novedad de que levantan el telón de fondo y desde la platea se ven las cristaleras que dan a la plaza de Ópera. Grandeza en el canto de Jesús Montoya que arrancó alaridos como Miguel Ángel Zapatero. Espectáculo dentro y fuera de la escena. Qué grande es Nuria superando a la Xirgu.