Campaña electoral

Una de pulpo

La Razón
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En España somos mucho de eso, de: «una de pulpo»… «marchando»… Cosa que debe desconocer por completo el pulpo/oráculo alemán, que nos otorgó el triunfo sobre su país, antes de producirse, y que ha hecho lo propio respecto al partido que disputaremos mañana contra Holanda. Un partido por cierto que está ganado. Lo ha confirmado el pulpo Paul, pero nosotros ya nos sentíamos clarividentes incluso antes de su convicción confesa. Lo mejor de todo no es sólo que nos vayamos a convertir en campeones del mundo –que está más que probado que además de vidilla nos da armonía y unión– lo mejor es que nos hemos olvidado, por un tiempo, de un año durísimo, en el que ha habido muchos que no podían, no ya pedirse una ración de cefalópodo, sino pagar los gastos menos caprichosos del mes. Durante todos estos días de alegre mundial nos hemos sentido lejos de la maldición de la crisis y por alguna extraña razón hasta hemos llegado a creer que cualquier victoria futbolística nos depararía, además del orgullo nacional, una buena estrella para los próximos meses. Porque ahora, lo de consultar a los astros –o a los pulpos, que viene a ser lo mismo– se ha puesto de moda. Ya se sabe que cuando las cosas no van bien, cuando hay mucha incertidumbre en la vida, comenzamos a creer a pies juntillas en lo que «ven» los echadores de cartas, tengan el número de patas que tengan.