Vacaciones

El batacazo del turismo rural

La onda expansiva de la crisis económica ha llegado al sector del turismo rural. Pensaban que se libraban, admiten ahora los hosteleros, pero la realidad les ha golpeado este verano de tal manera que muchos ven el principio del fin de sus negocios.

Imagen de una de las habitaciones de la casa rural San Rafael, considerado turismo de interior de lujo
Imagen de una de las habitaciones de la casa rural San Rafael, considerado turismo de interior de lujolarazon

Uno de los que tiembla ante la incertidumbre es José Pérez, presidente de la Asociación de Turismo del Macizo de Caroig. En la primera quincena de agosto, la media de ocupación de establecimientos de la zona rondó el veinte por ciento. En lo que va de verano no supera el cuarenta. «Nefasto», resume.

«Hay locales que están cerrando. Algunos me cuentan que tienen más personal en la cocina, que clientes en el comedor. La gente ya no gasta, viene a lo justito».
Su día a día en la casa rural San Rafael le confirma las peores sospechas. «El futuro no pinta mucho mejor». Y eso que calidad hay. «Los clientes desconocen que en este tipo de turismo hay también oferta de lujo. Contamos con hoteles comparables a Las Arenas o el Westin de Valencia». Un nivel que, «afortunadamente», sí saben valorar los extranjeros. «Cuando nos descubren se quedan alucinados. No sólo por la categoría de la oferta y el emplazamiento, sino también por los precios».

Decepción y frustración son habituales en el ánimo de los hosteleros. La primera porque creían que habría trasvase de la clientela del turismo de sol y playa al interior - «es lo que nos dijeron que pasaría»-. Y la segunda, porque las ayudas prometidas por las diversas Administraciones no llegan o llegan a quien no deben. Y aprovecha para denunciar el intrusismo en el sector. «Las subvenciones deben ir al profesional, al que invierte en el negocio y al que hace de él su sustento».

Rafael Jurado dirige un centro de vacaciones en las Hoces de Cabriel. Se llama «Ven y volverás», pero eso hace tiempo que no ocurre. «Hemos ido aguantando como hemos podido, unos mejor que otros, pero está siendo difícil».

El balón de oxígeno del mes pasado fueron las excursiones escolares. En agosto no respiran tranquilos. Esta empresa de turismo activo tiene una plantilla de treinta personas que pronto podrían pasar a engrosar las listas del paro. «Estudiamos la posibilidad de cerrar en invierno porque no hay demanda». Y lamenta no sólo las pérdidas en puestos de trabajo directos, sino también las consecuencias sobre el entorno. «La economía de muchos pueblos depende de proyectos como éstos. Damos trabajo al carnicero, al carpintero...todos se benefician. Si caemos, caemos todos».

Jurado tiene argumentos para convencer al cliente potencial. Sólo necesita que llegue el mensaje. Así que lo intenta. «El contacto con la naturaleza. Para que un niño no se asuste al ver un saltamontes».