Debate Estado Nación
Saturno devorado por Ely del Valle
Tras la nada a la que ha quedado reducido después de las elecciones del domingo, el PSOE admite que tiene problemas aunque descarta rotundamente que vaya a haber cambios en la dirección del partido. Lógico: quienes así hablan son los responsables del bofetón, o sea los de los problemas, o sea la propia dirección del partido que se tendría que marchar y a la que, de momento, no se le conoce inclinación al martirio ni al suicidio colectivo. Otra cosa es lo que opinan los electores, que esos sí que han dicho claramente que ni el proyecto, ni el programa, ni el actual líder les importa un pimiento, pero claro, tampoco es cuestión de escuchar a la tropa, que hasta ahí podíamos llegar. Eso es algo que el PSOE sólo gusta de exigir a los demás, a poder ser pancarta en mano.
Los socialistas se enfrentan ahora a la debacle que muchos intuían desde que Zapatero se hizo con el partido y abrió la boca por primera vez. Ha sido un camino labrado con mimo durante dos legislaturas y hecho a golpe de despropósitos, uno trás otro, que sus herederos se niegan a enmendar.
El gran error del PSOE fue no ver que su particular flautista de Hamelin les estaba conduciendo al abismo por el que andan despeñados, y su mayor problema, que los únicos que consiguieron sobrevivirle son carne de su carne. A base de darles cuerda, los nacionalistas y la izquierda dura han conseguido borrar del mapa de la gobernabilidad a un partido que en un tiempo muy cercano consiguió encandilar a más de once millones de votantes, y ahora Saturno se encuentra horrorizado con que la leyenda se ha dado la vuelta y son sus hijos quienes se pasan la servilleta tras zamparse al padre por los pies.
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