España
Medio año eterno por Francisco Marhuenda
Desde Suárez a Rajoy, los seis presidentes del Gobierno que ha tenido nuestra democracia han afrontado situaciones tan difíciles como complejas. Nunca ha sido fácil estar al frente del Ejecutivo. Todos tuvieron como sangriento hilo conductor de los otros problemas la presencia de ETA, siempre dispuesta al asesinato y la extorsión para impedir el normal desarrollo del régimen democrático. En estos años hemos vivido una transformación vertiginosa en todos los terrenos y hoy somos un gran país en el contexto internacional, aunque ahora estemos sumidos en una dura crisis económica. España es un país de contrastes, mucho más que otras naciones de nuestro entorno, donde pasamos de la euforia a la postración sin solución de continuidad. Unas veces nos disponemos a conquistar el mundo y otras creemos que ha llegado el final. A Rajoy le ha correspondido gobernar con un país sumido en una crisis económica brutal, la más dura desde los años de la posguerra. Han pasado seis meses y parece que sea una eternidad. Los españoles somos muy aficionados, también, a las filias y fobias. Al igual que le sucedió a otros presidentes, tenemos los defensores y los detractores de Rajoy. Lo son sin matices.
Unos creen que las reformas que se aplican son las necesarias y otros que son insuficientes o equivocadas. En cualquier caso, la sociedad española está «estresada» por las reformas. Existe la sensación, verdadera o no, de que se suceden sin que se vea la luz al final del túnel. En el 2008, muchos creían que afrontábamos una crisis de corta duración. Una más de las que habitualmente sufre el sistema capitalista desde hace siglos. Es cierto que unas duran más que otras, por lo que las medidas no pueden ser siempre iguales. Hoy somos conscientes de las debilidades estructurales de nuestra economía a la vez que hemos asumido que se ha vivido muy por encima de nuestras posibilidades. Desde las administraciones hasta los ciudadanos pasando por las empresas, ha sido una fiesta del gasto desaforado que nos ha conducido a la situación actual.
Europa vive una crisis de deuda soberana que afecta a un buen número de países que no pueden financiarse más allá de sus insuficientes recursos nacionales. No existe una auténtica unión y el gobierno de Rajoy tiene que actuar en el contexto más desfavorable que cabía imaginar. No creo que nadie fuera consciente de que se podía producir una situación de colapso de estas dimensiones. No es posible conseguir financiación exterior sin una actuación concertada de toda la zona euro que, nos guste o no, está liderando Alemania.
Rajoy se ha centrado en esas reformas imprescindibles para ganar credibilidad. Nuestro talón de Aquiles es una tasa de paro inasumible, que se sitúa en el 25 por ciento, y una caída de los ingresos del Estado espectacular mientras aumenta el pago de los intereses de la deuda y las prestaciones por desempleo. No hay que ser economista para entender que es un escenario muy inquietante a medio plazo. A corto no existe un problema de financiación, porque hasta final de año queda por captar alrededor de 35.000 millones. Cuando el mercado estaba menos difícil se consiguió el 60% que se necesita para este año y los tipos de emisión no fueron altos.
Cabe esperar que el escenario mejore tras las últimas decisiones, pero también que Rajoy siga con mano firme con una política de reformas que busque el equilibrio entre la necesidad de aumentar los ingresos y la imprescindible recuperación económica. Las medidas adoptadas han sido positivas: control del déficit, reforma laboral y reestructuración del sistema financiero. Queda mucho por hacer, pero estamos en el camino adecuado. No hay que olvidar que Alemania necesitó ayuda para completar su unificación y antes para reconstruir un país devastado tras una guerra mundial que había provocado. Ahora, muchos países de la zona euro necesitan ayuda para salir de la crisis.
Francisco Marhuenda
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