Debate Estado Nación
Un programa realizable
El programa electoral del PP, que ayer presentó Mariano Rajoy, contiene todos los elementos necesarios para llevar a cabo la gran reforma que España necesita en estos momentos de crisis profunda. Si los votantes, como hasta ahora predicen todas las encuestas, otorgan al PP la suficiente mayoría el 20-N, Rajoy podrá acometer un proyecto ambicioso con la lucha contra el paro y la mejora de la situación económica entre sus objetivos más urgentes. Cinco millones de parados, y con el país abocado a una recesión, tal y como revelaban ayer la OCDE y el propio Banco de España, explican con claridad la urgencia del proyecto del PP. Y ponen una vez más en evidencia el tiempo que se ha perdido por el empeño del Gobierno socialista en aferrarse al poder y no haber acortado esta agonía con una convocatoria más temprana de elecciones generales.
Rajoy no ha ocultado, ni ayer al presentar su programa ni a lo largo de los últimos meses, las grandes dificultades que comportan el reto y los sacrificios que a todos nos esperan. Pero hay también grandes dosis de esperanza en que es posible hacer las cosas bien, crear empleo y mantener el Estado del Bienestar, en una defensa eficaz y realista de la Educación y la Sanidad públicas. La propuesta de Rajoy es hacerlo además bajando los impuestos para generar crecimiento económico, precisamente cuando el candidato Rubalcaba aseguraba ayer lo contrario: que no es posible mantener las prestaciones sociales con menos recaudación. En el PSOE se cree que no hay forma de evitar subir los impuestos para no recortar el Estado del Bienestar. Rubalcaba, investido ya en su fuero interno del más que probable destino de opositor al Gobierno, vuelve atrás en la historia. Nos hace revivir aquellos cansados debates parlamentarios en los que su partido anunciaba todo tipo de desastres si el Gobierno de Aznar bajaba los impuestos, pues no habría dinero para prestaciones sociales. La realidad se encargó en su día de desmentir al partido de Rubalcaba y las recetas económicas del PP dieron entonces pie a la mayor creación de empleo conocida en España. Por eso la credibilidad está hoy, ante los ojos de los ciudadanos, de parte de Mariano Rajoy y se aleja de las propuestas electorales de un candidato que no termina de explicar por qué, si tan urgentes y necesarias son, el Gobierno al que ha pertenecido hasta hace pocos meses, no las puso en práctica. Ni tampoco ha justificado, dadas sus actuales promesas, las razones por las que consintió que se aplicara, desde la mesa del Consejo de Ministros, la política desastrosa que nos ha llevado al borde de la recesión y a la estigmatización de nuestra deuda.
El reto que se plantea el PP es de enormes proporciones, pues se ha propuesto una modernización de España en casi los aspectos. Y se trata además de llevarlo a cabo con el mayor de los consensos, con el apoyo necesario para recuperar el espíritu democrático en las instituciones, demoliendo prácticas como los nombramientos por motivos exclusivamente partidistas, el recurso abusivo del decreto ley o la aplicación sistemática del veto, que paraliza el debate parlamentario.
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