Asturias

Dónde está el talante

La Razón
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Las mariscadas del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, junto con su cuate, el secretario de Estado de Deportes, Jaime Lissavetzky, ése que pretende competir y arrebatarle a Ruiz-Gallardón la Alcaldía de Madrid, han causado furor. La mención de ayer en esta periferia sobre las aficiones culinarias de estas dos autoridades ha provocado ríos de información a mi amigo Rogelio. Al parecer, es conocida en Asturias su adicción por el bogavante, el centollo y la nécora, adecuadamente acompañados a modo de estrambote por unos buenos vegueros, probablemente habanos. No cabe duda de que ellos disfrutarán de esos crustáceos decápodos. Pero, a la vez, deberían entender que son causa de escándalo, dado los momentos que corren para los españoles. Eso sin tener en cuenta que, mientras tanto, nuestras policías eran objeto de mofa e infamias en la frontera de Melilla con Marruecos y España denigrada por el sultán alauí. Por no hablar de la crisis económica que nos invade y de los millones de parados que inundan nuestra geografía. ¿Dónde está el talante aquel que con tanta fanfarria pregonaba Zapatero? Para él y sus mariachis no valen las críticas. Nos quieren a todos sumisos, especialmente a la oposición. Si se anuncia crisis económica, se los llama antipatriotas. Si se está contra la ley del aborto o del reparto de la píldora del día después, machistas. Si contra la Ley de Memoria Histórica, franquistas. Si a favor del Tribunal Constitucional, antidemócratas. Y ahora, si se plasma la solidaridad con las policías de Melilla y sus conciudadanos, desleales. ¿Qué quieren? ¿Que aplaudamos cualquier ocurrencia por más variopinta e ineficaz que sea? Y es que nos quieren entretener a base de mentiras. Da igual que sea negando la crisis o la recesión, desmintiendo la negociación con ETA, perdón, el proceso de paz para el País Vasco, disimulando el número de parados, o contando lo que esta misma semana expresaba la vicepresidenta económica, Elena Salgado, de que no subirá los impuestos. Habrá que verlo. Quizá los impuestos no. ¿Y las tasas? De éstas no ha dicho nada. Me temo lo peor. Lo cierto es que las pequeñas y medianas empresas, auténticas creadoras de puestos de trabajo, siguen sin tener acceso al crédito. Hasta ahora, la recaudación voraz del Estado sólo sirve para mantener el gasto, suntuario en demasiadas ocasiones. Así, el futuro se mantiene incierto comparado con el de otras economías de nuestro entorno, con las que debemos competir. En definitiva, Zapatero desconoce el precio de un café, pero sus colaboradores conocen a la perfección el precio del bogavante y el centollo. O... no.
Así es la vida.