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El choque entre Berlín y Bruselas oscurece aún más el futuro del euro
Cada día que pasa tras la cumbre europea la brecha con Reino Unido parece más profunda, el final de la crisis más lejano, y más remota la posibilidad de un acuerdo llamado a ser la bala de plata contra el lobo de los mercados, que llevan casi dos años mordiendo a la eurozona. La presión de los inversores ha vuelto a las andadas tras la breve tregua, siguiendo el patrón de lo sucedido con las pasadas cumbres.
Bruselas- Consciente de ello, el tejedor del acuerdo, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, salió a defender el nuevo «pacto fiscal» como un «importante ladrillo» para restaurar la confianza. Sin embargo, también añadió que «hay un largo camino». «Restaurar la confianza es más difícil de lo que esperamos», confesó ante una despoblada Eurocámara.
Los líderes europeos han sido incapaces de atajar la crisis de la eurozona tras cuatro cumbres, permitiendo que el problema de la insolvencia de Grecia se contagiara a los propios pilares de la unión económica y monetaria, e incluso al futuro del euro.
Por eso, y rompiendo con el edulcorado optimismo de los jerarcas europeos, Van Rompuy prefirió darse un baño de realismo, que también salpicó durante la misma comparecencia al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso. El portugués se atrevió a tocar una nota disonante en medio de la melodía dominante (austeridad y férrea disciplina fiscal, puntales del acuerdo del viernes pasado) que ejecuta la batuta de la canciller alemana, Angela Merkel.
«No es suficiente» con el pacto fiscal, comentó, porque «necesitamos restaurar el crecimiento y promover el empleo», que son «la clave para recuperar la confianza no sólo de los inversores sino de nuestros ciudadanos».
Pero Merkel no quiere moverse. Tampoco en el refuerzo del fondo de rescate permanente, cuyo techo de 500.000 millones de euros se revisará en marzo, según acordaron los líderes y recordó ayer Van Rompy. Merkel remarcó que no piensa dar el visto bueno a esta ampliación, como ya señaló tras la cumbre, y que incluso Bruselas propuso otorgar al fondo una licencia bancaria para que se pudiera financiar con los recursos ilimitados del BCE, creando un escudo inquebrantable para el euro, pero cruzando una línea roja para Berlín. El nuevo rechazo de Merkel hundió las bolsas.
Legislación «comunitaria»
La falta de más medidas, así como el aplazamiento de las diferentes maneras para mejorar los mecanismos de defensa del euro, han sido los flancos más débiles del acuerdo. Entonces, los líderes europeos acordaron introducir en las constituciones un freno al déficit estructural del 0,5% del PIB, más automatismo en las sanciones y más control de los presupuestos nacionales desde Bruselas. El veto de Londres a una reforma del tratado para introducir estos elementos provocó que se optara por un acuerdo intergubernamental, que ahora Bruselas quiere reabrir para reciclar –por la puerta de atrás– como legislación comunitaria.
Van Rompuy se mostró «optimista» sobre la aprobación general al pacto, que estará listo a más tardar en marzo, tras la adhesión mostrada por todos excepto el líder británico, David Cameron.
Los eurodiputados disfrutaron debatiendo más del bloqueo de Londres que de la crisis. La réplica a las acusaciones socialistas y liberales por el «chantaje» de Londres correspondió a Nigel Farage, la afilada lengua de los euroescépticos británicos, que se felicitó de que Reino Unido esté fuera del Titanic que va al «desastre», aunque Gran Bretaña se quede «sin amigos y Cameron sea más débil».
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