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Lucía Bosé vuelve al cine: «No es tiempo de desdeñar trabajo» por Jesús Mariñas

Con 80 años, una energía increíble, ojos vivos y un pie con talón de Aquiles después de varias caídas caseras, «la nona», Lucía Bosé, sigue en pie de guerra. Vital, activa y ya resignada a no convivir con los ángeles de su museo de Turégano.

Lucía Bosé vuelve al cine: «No es tiempo de desdeñar trabajo» por Jesús Mariñas
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Le han costado la vida, pero ha tenido que cerrar la muestra que sin duda entusiasmaría a Pedro Pruna, el amigo y contemporáneo de los alocados años veinte del siglo pasado. Él, que vivió en la barcelonesa Plaza Real, ahora remozada, siempre habla del «sexo de los ángeles» sin saber a qué carta quedarse.

Más claro lo tiene la actriz, que en Chile acaba de terminar la película «Alfonsina y el mar». «Ahora tengo ofertas para otras tres, y pienso aceptarlas, no está el tiempo como para desdeñar trabajo», me cuenta en un ambiente para ella acostumbrado: un enorme garaje vecino al Palacio de Oriente. Fue sede de la revista «Semana», que estos días impacta con su última –y rubísima– portada. Provoca admiración y entusiasmo. Una imagen vale más que mil palabras y también sirve para Lucía: «He tenido que cerrar temporalmente aquello porque me arruiné en mi afán de mantenerlo; tampoco interesaba tanto», afirma. Incluso le costó romper su amistad, casi fraternal, con Giné Liébana, otro rendido a la causa celestial. Discutieron por los derechos de autor sobre algunos bocetos reproducidos, al parecer, sin permiso del maestro de las opiniones rotundas. Liébana es un personaje como medieval, un poco al aire de los grandes florentinos. Bajo rutilante chaqueta bordada en pedrería, Lucía respaldó una nueva versión de «JB», que estrena una botella repleta de colorines. Está destinada al público juvenil. La significada ceremonia contó además con Lucía Hoyos, que hace de Matilde Coral en la serie sobre Rocío Jurado que pronto veremos. Otro «remake» que levantará pólvora, como el dedicado a Carmen Ordóñez. Trae cola, y no de volantes. Me choca que al evocar sus amores o enganches sentimentales obvien a Pepito «El Marismeño», Pepe Cabrera y Eduardo Bermejo, sevillanos que le dieron mucha caña. Parecen imprescindibles en tal «revival», más próximo a la ficción que a lo realmente sucedido. Lucía también me contó excelencias de su tía la gran Cristina Hoyos; y Bimba Bosé volvió a sorprender con un «new-look», tenía el pelo negrísimo. «No me gusta ser común», me espetó ante Palomo Linares Jr. que tiraba balones fuera sobre el cisco familiar. Hace quites al declarar: «Yo estaba entregado al toro y no me enteré de nada». Me gustaría creerlo. Mientras, Soraya aseguró que una vez casada con su novio sueco, se instalará con ella en Madrid «donde ya tiene ofertas como ingeniero». Me alegro por ella porque así evitará las incesantes idas y venidas a Malmo, mejor eso que la distancia que, a veces, supone el olvido. Éste resulta impensable en la matriarca Bosé, que dice estar «como loca con los niños de Miguel». Es de agradecer que ella cuente lo que su hijo calla. Es una persona de las que ya no quedan.