Argentina
Otra vez Chávez
Las paradojas de la vida no dejan de asombrarnos: ahora van y le dan en Argentina, en la Universidad de La Plata, el premio Rodolfo Walsh al dictador venezolano, un premio de reconocimiento a quienes supongan una gran aportación a la comunicación popular, a la democracia y a la libertad de los pueblos. Siendo así, hay que decir que a la comunicación popular Hugo Chávez aportó silencio, cerrando a diestro y siniestro cadenas de televisión y de radio que no le eran afines; a la democracia, la ley del embudo, y a la libertad de los pueblos, el someter al suyo mismo a una dictadura que pretende sea vitalicia, cambiando leyes y reeligiéndose presidente de tanto en tanto para que a nadie le quepa duda de quién manda en aquel país. Con la frase «he ordenado a mis coroneles…» siempre en la boca, el sátrapa blasona de codearse con Fidel, con Daniel Ortega, con Gadafi y con Ahmadineyad, con quien hace intercambio de armas, y abomina del «imperialismo estadounidense», con un complejo persecutorio que esgrime cada vez que tiene ocasión. Chávez preside una nación que tiene desabastecidos de alimentos los mercados, expropia por aquí y por allá en la impunidad más absoluta y va a contrapelo de su vecina Colombia, aunque el contemporizador Juan Manuel Santos, a fuerza de tragar sapos, ha conseguido que aquellas relaciones que Uribe rompió se vuelvan a restablecer para bien de ambos pueblos. Que la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de La Plata dé un premio a un tipo como éste es ofensivo para quienes desempeñamos esta profesión. Y para quienes defendemos la democracia. Quizá la decana estaba bajo el efecto de algún medicamento de consecuencias alucinógenas.
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