CRÍTICA DE CINE / Madre no hay más que dos

«La marca del ángel» se sustenta en un duelo de madres: Elsa (Frot) cree reconocer en la hija de Claire (Bonnaire) a la hija que perdió a los pocos días de nacer, en el incendio del hospital donde dio a luz. Nebbou invierte dos tercios de metraje en retratar a Elsa como una maníaco-depresiva que, por fin, ha encontrado su lugar en el mundo como acosadora, la típica intrusa neurótica que ha nacido para desestabilizar lo que parece una familia perfecta. No estamos tan lejos de «La mano que mece la cuna», otro thriller psicológico (eso sí, más divertido y desmelenado) sobre los peligros del instinto maternal. Nebbou subraya la dimensión siniestra de Elsa tanto desde el guión –todo su entorno insiste en tratarla como una loca– como desde la puesta en escena, iluminándola como si fuera un cuervo a punto de sacarnos un ojo. De ahí que, cuando se decide a darle la vuelta a la tortilla, la trampa huela a chamusquina.