Saura quiso gestionar la seguridad con técnicas «zen» y perdió su energía

Saura se preparó a conciencia para poner en marcha su maquinaria remodelando su despacho y convirtiéndole en una guarida al estilo «zen». Y es que una de las cuestiones más relevantes a las que ha tenido que hacer frente fue completar el despliegue de los Mossos d'Esquadra. El proceso culminó en noviembre de 2008 y ahora la plantilla supera los 15.000 agentes, aunque para muchos esta cifra es aún insuficiente. Asimismo, Saura es el artífice de que las comisarías cuenten ahora con cámaras de videovigilancia para evitar tanto extralimitaciones de los agentes como denuncias falsas contra éstos. Pero la capacidad de este consejero para asumir la complejidad de Interior ha quedado en entredicho en numerosas ocasiones.

Cuando las imágenes de antidisturbios golpeando a diestro y siniestro a estudiantes antiBolonia y miembros de la Prensa ya habían recorrido medio mundo, Saura seguía rehuyendo cualquier tipo de culpa y señalando como único responsable al entonces director de la Policía autonómica, Rafael Olmos, al que finalmente cesó. Cuando el centro de Barcelona se convirtió en una batalla campal el 29-S, se criticó la falta de contundencia de los Mossos d'Esquadra a la hora de poner fin a los disturbios. Además, la deferencia que profesa el ecosocialista por el movimiento «okupa» es bien conocida y no menos criticada. Tampoco ha sabido este consejero establecer buenas relaciones con los propios Mossos, que se han considerado infravalorados e, incluso, ninguneados por la gestión de Saura. Un ejemplo: en plena campaña electoral y sin consenso, Saura les ha impuesto su propio código ético.

Por eso, no es de extrañar que CiU asegurara ayer que «rehará» todo el legado de Saura.