ETA
El PNV y el fin de ETA
ETA está débil pero no acabada. Es una obviedad que cabe recordar para no caer en un peligroso optimismo. No es posible convencerles para que abandonen las armas sólo con la palabra, porque son unos energúmenos que se creen ese imaginario de mentiras que conforman su ideología. No hay que minusvalorarlos o pensar que es sólo un grupúsculo. Cuenta con una base social que es minoritaria pero no por ello desdeñable. Desde hace años, los ideólogos de Batasuna siempre me han dicho lo mismo: «no nos rendiremos a cambio de nada». A esto hay que añadir que el PNV es su enemigo. Lo ha sido siempre y lo seguirá siendo porque compiten por la hegemonía del nacionalismo vasco. A veces se olvida, además, que el movimiento etarra surgió de las juventudes del PNV, que consideraban que la lucha armada era el único camino para lograr la independencia. No tengo muchas esperanzas en que su colaboración para acabar con ETA sea eficaz. No es un interlocutor fiable o cómodo para la banda.
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