Hungría
El forúnculo húngaro por Martín Prieto
Hungría (que no está en el euro) preside la Unión Europea este primer semestre. Debuta aprobando parlamentariamente hace una semana una ley de medios de comunicación que ya ha recibido el apelativo de Ley Mordaza y que sirve lo mismo para un roto o para un descosido. Ni las manifestaciones ante el Congreso, ni los periódicos con sus primeras páginas en blanco, ni la indignación de los 26 socios han inquietado al primer ministro, Viktor Orban, o a la mayoría absoluta de su partido de centro-derecha Fidesz (Alianza de Jóvenes Demócratas). Una gubernamental Autoridad Nacional de Medios decidirá qué es interés nacional, moral común, buen gusto, orden nacional o información tendenciosa y no equitativa. Cinco miembros designados por el Fidesz graciarán con una catarata de multas que en las radiotelevisiones llegan al equivalente a 730.000 euros.
Si esa ley se aplicara en España quebrarían algunas televisiones nacionales, porque ¿qué se entiende por moral común húngara o española? ¿En qué consiste una información tendenciosa? ¿Qué es el buen gusto? Lo que sabemos hasta ahora es que, si la tendenciosidad favorece al Gobierno, te aplauden; y si es a la oposición, te crujen la caja. Hungría empieza su Presidencia a patadas. A la censura no le gusta su nombre y siempre se disfraza de Ley de Prensa, cuando es sabido que la mejor es la que no existe, dejando a los jueces dirimir los contenciosos.
El país más anticomunista de los que pertenecieron a la Europa del Este descubre ahora las bondades de coserle la boca a los periodistas. Éstos no son los húngaros de 1956. Y esto es un forúnculo en la nariz de Europa. Y tras Hungría, viene la derecha polaca.
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