Córdoba

Cajasur «antes partía que doblá»

La Razón
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Mi compañero Jesús Martín me ha dejado el toro en suerte con el titular de una información publicada en LA RAZÓN al día siguiente de que Cajasur se levantara de la mesa y tirara al tapete la última carta: «Antes intervenida que fusionada», un «revival» del «antes partía que doblá» que soltó la ex ministra Magdalena Álvarez cuando se le desmoronaban las obras del AVE como si fueran migas de un pan viejo. Mucho sabe Magdalena Álvarez de fusiones, de presiones y de una Ley de Cajas amasada junto a Manuel Chaves hace más de diez años y que tuvo dos consecuencias: el proyecto frustrado de la cacareada caja única y la huida de Cajasur al socaire del Ministerio que entonces dirigía –paradojas del destino– el ahora presidente de Caja Madrid Rodrigo Rato. Pero de todo esto hace ya mucho tiempo y es tremendamente aburrido. Lo realmente interesante, el asunto nuclear, es este canto del «antes partía que doblá» de Maleni y de Cajasur y al que podría sumarse el propio presidente del Gobierno. Es decir, por qué en momentos en los que, aunque exista un pésimo expediente de gestión que conduce al precipicio (el ejemplo de los tres casos descritos), la opción elegida es la de saltar al abismo. No dudo de que, tal y como aseguró el obispo de Córdoba tras la intervención, Cajasur se haya regido por los dictados de los Evangelios, ¡líbreme el santísimo!, pero hay que reconocer que lo que ha conducido a la entidad cordobesa a los leones ha sido un nefasto pilotaje, metido hasta el tuétano en el veneno del ladrillo. Cajasur primero llegó a la bancarrota y luego la Junta celestineó para unirla a la fuerza con Unicaja. El orden de los hechos es importante. Es éste el orden. La caja malagueña, como no había sido la que pidió el matrimonio, ni tampoco tenía ni tiene ningún problema de solvencia económica, ha podido ser inflexible en las duras exigencias laborales descritas en el informe del Boston Consulting Group; puede que Cajasur decidiera mover ficha antes de que –el 15 de junio– se acabara el plazo para solicitar la ayuda del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, pero el problema originario lo ha creado ella misma. Y ahora los 3.000 trabajadores están a lo que decida el Banco de España que, por cierto, no entiende de barcos veleros. Por eso no se entiende este «antes partía que doblá».