Londres

Felicidades «Heroínas»

El Museo Thyssen y la Sala de las Alhajas de Caja Madrid presentan una mirada poliédrica al universo femenino a lo largo de la Historia del Arte

La muestra indaga en otras representaciones de la mujer en el arte más allá de la maternidad y como objeto de deseo
La muestra indaga en otras representaciones de la mujer en el arte más allá de la maternidad y como objeto de deseolarazon

Según Guillermo Solana, comisario de la exposición, las hay guerreras, amazonas, acorazadas, místicas, lectoras, magas... Tantas como mujeres existen. Según explicó ayer en la presentación de «Heroínas», que hoy se abre al público en los espacios del Thyssen y la Sala de las Alhajas de Caja Madrid, ha querido dar una vuelta al universo femenino y demostrar «que la mujer, a través de la historia del arte, es mucho más que el estereotipo de la maternidad, como exaltación del destino único de la mujer, y más que un mero objeto erótico. Esta muestra no es una compilación de ellas sin una columna vertebral, sino que hemos tratado de buscar otro tipo de féminas que no se rigen por esos dos ideales».

Son mujeres fuertes y poderosas, tan recias y contundentes algunas (y que subraya el bronce) como la pieza que abre la exposición y que da la bienvenida con un punto, como reconocó Solana a la baronesa Thyssen, de dibujo de cómic: así, la escultura de Gaston Lachaise de nombre precisamente «Heroína» (1932). Otras están «Solas», como cada vértice que forman el triángulo de oro «Habitación de hotel» (1931), de Hopper, un raro «Atardecer» (1888) de Munch, y la fotografía de Sarah Jones «Camilla III» (1999), que se miran, se miden y dialogan de pared a pared. Con un esquema que el comisario ha tomado formalmente de «Lágrimas de Eros» (que ya se exhibió en el Thyssen), «Heroínas» busca «provocar, en el sentido de inquietar y remover por el hecho de combinar y confrontar obras en diferentes soportes –pintura, escultura, fotografía, vídeo–, de distintos estilos y separadas por siglos», pero que, sin embargo, tienen puntos en común.

Rabiosas obras

Pareja que atrapa la retina es la que forman las mujeres bicolores de Maruja Mallo en «La red» (1938) y la «Muchacha con palo rojo» (1932-1933) de Malevich. En el capítulo dedicado a las «Ménades», el bronce «Iris, mensajera de los dioses» (1890-1891) de Rodin comparte espacio con dos rabiosas obras de Nancy Spero. Pipilotti Rist se esconde detrás de unas cortinas en «Ever is Over All», un vídeo de 1997 que se proyecta sobre una pared. Entre las féminas «Atletas» reina un coloso y colosal Guido Reni con «Atalanta e Hipómenes» (1618-1619) al que se confronta un Colombel de igual título de 1680.

Entre las «Acorazadas», un armado Tintoretto («Tancredo bautizando a Clorinda»), se toca con una fotografía de Marina Abramovich, una de las artistas más representadas en «Heroínas». Ellas, las «Amazonas», cierran el recorrido de la muestra (unas 120 obras) con un insólito Degas prestado por la National Gallery de Londres, «Jóvenes espartanas desafiando a sus compañeros» (1860), dos aguafuertes de Goya de «Los desastres de la guerra» y el inmenso, provocador y divertido «Por encima de mi cadáver» (1988-2000), que firma Mona Hatum, sin perder de vista el cibrachrome «Erupción» (1998), de René Cox.

El romanticismo de John William Waterhouse monopoliza el capítulo dedicado a las «Magas», ya en el espacio de la Caja Madrid , con cuatro óleos, y vuelve casi a protagonizar la reunión de «Mártires» con un bellísimoóleo, «Santa Eulalia», con la figura tendida sobre un suelo nevado. Para «Místicas» las mujeres de Hodler, el «Homenaje a Santa Teresa» (2009) de Abramovic levitando en una cocina y las imágenes en movimiento detenido de Julia Fullerton-Batten. Ellas también se aplican y leen, como la «Victoria Dubourg» (1873), de Fantin-Latour y las jóvenes de Mary Cassat, Matisse, Vuillard y el óleo de Gerhard Richter. Entre las «Pintoras» que cierran el recorrido, dos autorretratos Charley Toorop y Frida Kahlo.


Carmen tira del carro
Con apenas cuatro horas de sueño y un atasco que le hizo llegar tarde a la presentación desde La Moraleja, la baronesa Thyssen puso ayer patas arriba su museo y se convirtió en el foco de atención. Guillermo Solana dijo de ella que era «la primera y última heroína de la exposición», mientras Carmen Cervera se definió después como «una mujer que tira del carro y está subida en él». Se retocó, posó, sonrió y visitó la muestra con devoción. Lo que ahora ocupa su tiempo es la próxima inauguración de su museo en Málaga, el próximo 24 de marzo: «Es artísticamente lo más importante que me ha pasado. Dentro de unos días estaré allí para supervisar cómo se colocan las obras».


Dónde: Museo Thyssen. Sala de las Alhajas. Madrid
Cúando: Hasta el 5 de junio.
Cúando: 8 euros.