Nueva York

«Escaleras al tejado» por Mauricio SÁNCHEZ

«Escaleras al tejado», por Mauricio SÁNCHEZ
«Escaleras al tejado», por Mauricio SÁNCHEZlarazon

«Escaleras al tejado». Con este escueto anuncio, impreso en una placa sencilla, y situado sobre una escalera mecánica estilo «El Corte Inglés», se ascendía al techo de un mundo que ya no volverá, pero que necesitamos seguir reivindicando para bien de una cultura, la occidental, amenazada y a veces acobardada. El letrero, más bien cutre, indicaba el camino para subir a la pasarela sobre el tejado del edificio sur de las Torres Gemelas de Nueva York. Antes del 11-S. Con apenas 20 años, como estudiante de periodismo en esa gran ciudad, uno tenía el inconfesable secreto de subirse allí –siempre que lo permitía el viento, cosa bastante poco frecuente–para llenarse de un aire más limpio que el de la calle, en busca de una placidez y claridad mental que ayudaba a repasar pensamientos, velozmente agolpados en una mente en ebullición. Nueva York era entonces, finales de los 80, una ciudad más sucia y peligrosa, pero capaz de enamorar. Giuliani, antes de ser alcalde-héroe, sacó la escoba y limpió de su ciudad, literalmente, la porquería de la calle y, figuradamente, la mancha de la criminalidad y la convirtió en el maravilloso escaparate que es hoy. Sobre aquella pasarela y antes del día que nadie quiere revivir, curiosamente una de esas mañanas claras, cuando la meteorología ponía en marcha la escalera al tejado del mundo, Nueva York abría la mente de un futuro periodista y le plantaba la semilla de la libertad, la democracia, el respeto a los derechos humanos y nuestra forma de vida. Casi nada para un viaje.