Barcelona
Un Moscú más verde
La antigua capital roja aprueba un plan para duplicar su superficie
La capital rusa ocupa actualmente unas 107.000 hectáreas y en ella residen 12 millones de habitantes; las estimaciones actuales afirman que su población crece en 150.000 personas al año. La configuración monocéntrica de la ciudad, fruto de la época soviética, concentra el tráfico en los desplazamientos de los barrios dormitorio de las afueras a los trabajos en su interior, y han creado un gran problema de movilidad. Con las estimaciones de crecimiento y los planes de las autoridades, la ciudad segregada, de un sólo uso por área (ciudad dormitorio o zona de trabajo...), se ha quedado pequeña para el siglo XXI. De ahí que se haya planificado una ampliación de la ciudad de hasta un 150 por ciento –hasta los 2.500 km2– para 2020. Un proyecto que recuerda el gran París de 2008, pero tan grandilocuente que se presenta como la ampliación urbana más grande de la historia.
Se añadirán otras 150.000 hectáreas de un área con 250.000 habitantes al sur de la ciudad. Hasta aquí se trasladará el distrito federal y gran parte de la Administración, a excepción del Kremlin y otros organismos con fuerte carácter simbólico. Lo que esperan conseguir es descongestionar el centro de tráfico y liberar la zona centro para nuevos hoteles y comercios. El alcalde, Sergey Sobyanin, convocó en febrero un concurso internacional de ideas a tres niveles: para la región metropolitana, la ciudad (en el sentido de conectar la vieja área y la nueva) y el nuevo distrito federal, en la que ha confrontado sus visiones 10 estudios internacionales.
Durante el proceso se ha publicado un popurrí de conceptos que van desde integrar el río hasta crear un eje verde que cortara la ciudad transversalmente. La gran apuesta, en cualquier caso, es potenciar el transporte público. De los 70 participantes, diez llegaron a la final, cinco estudios rusos, franceses, americanos, italianos y un español, el estudio de Ricardo Bofill. Se han reunido periódicamente para presentar sus estrategias hasta dar la victoria al estudio francés Antonine Grumbach Asociados por el concepto urbanístico y a los americanos, Capital Cities Planing Group, por el distrito federal. Los franceses imaginan el futuro centro protegido por un cinturón verde de unos 15 km de ancho y ciudades satélite alrededor el tráfico entorno a tres anillos concéntricos.
La propuesta del equipo de Bofill se basaba en la creación de un eje verde perpendicular al río y que atravesara la ciudad: «Sólo hay un nueve por ciento de calles en Moscú, porque los edificios ocupan 400 metros cada uno. Pensamos usar manzanas de 133 metros al estilo de Barcelona, con jardines y donde se mezclen los usos; vivienda social y de lujo por ejemplo», explica Bofill. Ahora, según explica, queda la definición del proyecto final donde cogerán lo mejor de cada idea: «En realidad no ha ganado nadie. En dos años se definirá el Master Plan definitivo de Moscú. Tienen que desarrollar toda una parte legal sobre construcción, altura de edificios, densidades, etc., que no existe. Una parte de nuestro proyecto que gustó mucho fue la red de autobuses inteligentes».
La parte más llamativa de este desarrollo será el nuevo distrito federal. El éxito del nuevo concepto se debe, según Bofill, al haber sabido aunar en el mismo espacio el centro de gobierno, el financiero y la universidad. El grupo americano defiende una idea similar a la española; huir de la segregación de los espacios y flexibilizar sus usos. Lo más complicado: «Es la red de transportes; conectar la ciudad existente con los kilómetros añadidos, más teniendo en cuenta que el metro de la ciudad transporta a ocho millones de pasajeros al día», explican fuentes del estudio. Para ello, propone una nueva estación de tren de alta velocidad y nuevas líneas de tren hacia los cuatro aeropuertos y el nuevo Moscú, así como ampliaciones de la red de metro y tranvía. De esta manera, el Kremlin y el distrito federal estarán a tan sólo diez minutos y cada trabajador de la nueva zona tendrá una estación de transportes a un máximo de 800 metros.
Una red verde
Otro de los puntos fuertes es la naturaleza, respetar la fuerte relación que tiene los moscovitas con su río, el Moscova, y los grandes parques, creando una red que integre las nuevas áreas a través de zonas verdes: «Siempre fue una ciudad jardín, con 30 m2 de parque por habitante», explica Bofill. Para los americanos lo fundamental es asegurar en el viejo Moscú que cada habitante se encuentre a menos de 15 minutos de un área verde y que en la nueva zona a construir cada árbol derribado sea replantado.
En esta nueva ciudad se incorporarán infraestructuras para reducir emisiones. El estudio imagina una red de subestaciones de energía que incluye una planta de ciclo combinado y otras dos para la conversión de residuos sólidos, tanto los generados por la actividad diaria como los de descarga de los ríos y tormentas, en energía. Se aprovechará el agua de lluvia y las aguas grises en el circuito de gestión de agua para riego y el sistema de recogida de basuras será de tipo neumático para evitar la circulación de vehículos contaminantes en la zona.
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