OPINIÓN: Gabarrón

Cristóbal Gabarrón vive estos días una intensa actividad que va desde la antológica en Washington a la muestra de escultura pública en el castillo Alden Biesen de Bélgica o la presentación de un libro, el día 9, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid que reúne poemas dedicados a él, o a su obra, por poetas de todo el mundo. Mucha «figura» regional, mucho «maestro» sobrevenido, daría un riñón por acumular durante toda su vida algunas de las cosas que protagoniza, sólo en unas semanas, el artista muleño. Cuando el pintor y escultor abrió su Fundación en Mula, las críticas (bien es verdad que procedentes en su mayor parte del «equipo médico habitual») fueron brutales, pues creían que venía a recoger subvenciones sin cuento o a quitarle el mercadito a alguien. Tengo que reconocer que en el impulso inicial se equivocaron algunos en el «lanzamiento» del tema, ignorantes seguramente del mundillo artístico y cultural local, de sus fobias y manías, más pertenecientes a la defensa angosta de intereses de los «dueños» del cortijo local frente a las intromisiones o la llegada de «intrusos», que a un criterio racional de lo que representaba esa Fundación. Y claro que todos tienen el derecho de expresar su opinión, mala o buena, sobre su obra. ¡Faltaría más…! Tuve el honor de dirigir la Fundación y Museo muleños durante cuatro años, desde 2005 a 2009, y en estos últimos años veo con sorpresa que lo que se criticaba, la creación de una Fundación con maneras de gestión neoyorquinas (aunque aquí el mecenazgo privado sigue en pañales) ahora prolifera en la Región por doquier (¡qué diantre querrá decir doquier!). Y me parece muy bien que así sea, aunque corran malos tiempos para las fundaciones. Aunque últimamente lo veo poco, sigo conservando la amistad con el maestro. Y sigo valorando su persona inteligente y entrañable. Quiero decirlo ahora, con distancia y libre de responsabilidades. Para que conste en acta.