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Sangre y sexo «made in Spain»

Los tabloides no han triunfado en España porque el índice de lectura es más bajo. La televisión es el refugio del amarillismo 

Sangre y sexo «made in Spain»
Sangre y sexo «made in Spain»larazon

A Eugenio Suárez le mandaron un día cubrir un suceso. Era 1952, en la España de la dictadura. No se publicaban sucesos de sangre y los crímenes pasionales no tenían sitio en la Prensa. Eugenio Suárez se hizo amigo de un policía, que le fue contando crímenes y sucesos en exclusiva que el periodista publicaba con éxito. Tanto, que se decidió a crear «El Caso», uno de los pocos periódicos sensacionalistas que ha habido en España, aunque solamente centrado en crímenes.

Eugenio, superados ya los 90 años, recuerda ahora que al rellenar el formulario para pedir permiso para poner en marcha un diario, se le demandaba el objetivo del periódico. Él escribió: fomentar la cultura española. «Y sé que mucha gente aprendió a leer para poder leer ‘‘El Caso''». Si el periódico no tenía más lectores era, en realidad, por la incultura. «En el siglo XIX y XX, en la Europa protestante los índices de alfabetización son más altos», asegura Juan Carlos Nieto, profesor de San Pablo CEU. «Como tenían que interpretar la Biblia, aprendían a leer. El público de este tipo de productos sabía leer, en España, no». «Es verdad que históricamente la clase obrera británica ha sido más lectora. En los años 50, «News of the World» vendía 6 millones de ejemplares», explica Giles Tremlett, corresponsal en España de «The Guardian».

Eugenio presume del éxito que tuvo «El Caso» en su época: la gente quería informarse sobre los sucesos que publicaba en grandes caracteres el periódico. Sucesos, por cierto, que se iban reduciendo. A principio publicaban hasta cuatro o cinco crímenes con sangre. Después, la censura lo redujo a dos. Y en otra orden, permitió sólo uno. Llenaban 24 páginas y lo hacían con timos, inundaciones o hechos heroicos. «Hacíamos periodismo humano, muy directo, en una época en la que en España no se trabajaba así. Era un periodismo directo», cuenta Eugenio, que de joven soñó con convertirse en un filólogo famoso y acabó creando el único periódico español que puede compararse a los tabloides. El periodismo de los tabloides ingleses es así: directo y competitivo al máximo. «Son unos máquina sacando noticias. De algún modo, en eso son los mejores del mundo», dice Tremlett.

El intento de "Claro"

En España hubo otro intento a principios de los 90: el periódico «Claro», pero su trayectoria fue muy corta, como si aquí no hubiese espacio para esos periódicos. «No fracasan por falta de público, sino por falta de lectores», explica Enrique Arroyas, profesor de periodismo de la UCAM de Murcia. En España, la información más amarilla se ve en la televisión. Y además es gratuita. En cambio, en Reino Unido cuesta encontrar un programa de «vísceras», como dice el crítico de televisión Ferrán Monegal.

Cada página, el mundo
«Pero en España hay periódicos amarillistas, sobre todo en lo político», continúa Monegal, director fundador del «Claro». Cuenta que fue una de sus mejores experiencias periodísticas, pese a que no llegó al mes como director. Contratado por Springer, el creador del «Bild», aprendió como pocos en España cómo se hace un periódico sensacionalista: «Nosotros queríamos trabajar las sensaciones», explica. Cada página de un tabloide contiene el mundo, es decir, «si en la parte de arriba de la página va un suceso cruento, en la parte de abajo debe de ir una noticia alegre. Y siempre se acaba con una imagen gratificante, como puede ser introducir alguna señora en posición sugestiva».

Otro objetivo era crear una comunidad, una red social antes de internet. Repartían cartelitos de «Claro» que se ponían en los coches para identificar a quien viajase solo y pudiese llevar a alguien más. En Alemania funciona, aquí no tuvo tanto éxito.

Monegal vio los estudios de mercado. Era 1990, cuando de internet sólo hablaban los militares estadounidenses. De los mayores de edad alfabetizados, entre un 62 y 63 por ciento pasaba todos los días por el quiosco para comprar un periódico. El 38 por ciento restante eran el objetivo del periódico sensacionalista. No eran competencia de la Prensa establecida, y sí de las revistas gráficas. Salió a mitad de precio de los demás y con una gran sección de deportes, que hiciese el periódico «estereofónico»: que en Madrid fuese con los equipos de Madrid y que en Barcelona fuese con los de Barcelona. La sección de deportes es fundamental.

«Por eso quizá en España los periódicos tabloides como los ingleses no tienen cabida; aquí «As» y «Marca» cubren ese sector», termina Tremlett.