Aragón
Las primarias pendientes de la dulce derrota
El resultado del 22-M condiciona el diseño de las elecciones internas n Si hay debacle, Chacón presionará para que la decisión se retrase a otoño
MADRID- Las encuestas, salvo alguna excepción, no lo reflejan, pero el PSOE cree que hay margen para acortar distancias. No hablan de victoria, claro, pero sí de dulce derrota, de salvar los muebles y de acabar con el discurso del PP de que el tsunami del cambio ya está aquí. Dicho de otro modo: «La victoria por goleada del PP en 2012 no será».
Pero, lo quieran o no los socialistas, el resultado del próximo 22 de mayo se leerá en clave de generales y, aunque el histórico de convocatorias idénticas recuerda que la ventaja entre sendos partidos en comicios locales siempre fue punto arriba punto abajo a favor indistintamente, en autonómicas bastará con que María Dolores de Cospedal se imponga a José María Barreda en Castilla-La Mancha para que los titulares del 23-M hablen de derrota sin paliativos para el socialismo. O viceversa: «El PP ha puesto tan alto el listón que, si Cospedal pierde, se acabó el cambio».
El Comité Electoral cree, en todo caso, que el resultado será mejor de lo esperado: que Extremadura se mantiene sí o sí, que es prácticamente imposible que el PP gane por mayoría absoluta en Aragón y Asturias –con lo que el PSOE mantendría sendos gobiernos autonómicos–, que peligra si acaso Baleares, pero que en Castilla-La Mancha a medida que se acercan las elecciones las posibilidades de Barreda aumentan. De cumplirse sus pronósticos, el mapa autonómico permanecería prácticamente inalterable.
Mañana se cumple un mes desde que Zapatero anunciara su decisión de no presentarse a un tercer mandato y en la calle Ferraz sostienen que el anuncio de que su sucesor será elegido en unas primarias ha tenido un doble efecto positivo. De un lado, dirigentes y militantes se han liberado de la presión, el hostigamiento y el peso de una imagen francamente deteriorada de Zapatero que pesaba como una losa sobre las siglas. De otro, el propio presidente, además de quitarse un peso de encima que le permitirá estar menos encorsetado para la campaña, ha recabado un efecto simpatía que crecerá con el paso de los meses hasta –como ha ocurrido con todos los ex presidentes– que el tiempo y la distancia le sitúen en el lugar que le corresponda en la historia.
Hasta los que más recelaban de un anuncio anticipado de retirada reconocen que la decisión de Zapatero ha dado un balón de oxígeno al PSOE, que sólo confirmará o desmentirá el resultado del 22 de mayo. Pero de momento en la calle Ferraz creen que, desde que se conoció la decisión del presidente, el PP no tiene un objetivo claro contra el que disparar, por más que se empeñe en lanzar su más pesada artillería contra Rubalcaba. La incertidumbre sobre el nuevo liderazgo ha deslizado al partido de la oposición hacia «posiciones chirriantes e incluso extremas», dicen algunas voces. Esta misma semana, el secretario de Organización, Marcelino Iglesias, hablaba de una «derechización de la derecha» que empezaba a sacar del letargo electoral a los progresistas. Dicho de otro modo: el reequilibrio de algunas tendencias electorales dependerá de la senda por la que discurran algunos dirigentes del PP. Y en las últimas semanas, el discurso sobre ETA y Bildu de algunos populares no ha hecho más que movilizar a ese electorado progresista durmiente e indeciso.
En resumen, que la estrategia del PP y el anuncio de Zapatero han cambiado notablemente la situación en las expectativas electorales, a pesar de que el desgaste sufrido por la errática política económica y los recortes sociales no será una tarea fácil para el PSOE y mucho menos para sus candidatos.
Pero no es sólo el mapa territorial lo que está en juego. El 22-M influirá de forma decisiva en el futuro del socialismo. El veredicto de las urnas determinará el diseño y los plazos definitivos de las primarias que elegirán al sucesor de Zapatero, si habrá congreso federal antes o después de marzo de 2012 y, cómo no, cuántos candidatos podrían lidiar la batalla sucesoria.
Y es que aunque la intención del «aparato» –mayoritariamente favorable a la opción Rubalcaba– es que el 28 de mayo el Comité Federal convoque las primarias y que éstas se celebren la última semana de junio, Carme Chacón prefiere que la batalla se posponga hasta otoño para ganar tiempo en la búsqueda de apoyos. Su entorno arguye que las primarias «no deberían celebrarse de forma apresurada, sino con tiempo suficiente para el contraste de líderes y proyectos».
Así que nadie duda de que, si el 22-M el PSOE obtiene, como cree la dirección federal, una «dulce derrota» y salva los muebles, las primarias se celebrarán en junio como es deseo del sector oficialista que apoya a Rubalcaba y considera que cuanto antes sea elegido el candidato menos tiempo dedicará el PSOE a las cuestiones internas y más a la estrategia electoral. Algunas voces apuntan incluso la conveniencia de que a las primarias les siguiera un congreso federal para que el candidato elegido obtuviera también la secretaría general del partido para concurrir a las generales con mayor fortaleza.
Si, por el contrario, el 22-M la derrota es contundente, Chacón presionará para que se pospongan las primarias a octubre. Una fecha que la dirección federal rechaza de plano y además no entiende en qué puede beneficiar a la ministra de Defensa teniendo en cuenta que para entonces el PSC también ha de celebrar su congreso para elegir primer secretario. Como ven, todo en el PSOE está abierto y todo es posible.
DOS ESCENARIOS
Junio
- El sector del PSOE que respalda a Rubalcaba, el oficialista, está pendiente del 22-M para poder celebrar primarias en junio. Si los resultados están lejos del desastre, como esperan en Ferraz, el mejor escenario para elegir líder es antes del verano. A partir de ahí, todos los esfuerzos se centrarían en las generales de 2012.
Octubre
- La otra aspirante a suceder a Zapatero al frente del PSOE confía en ser elegida en octubre. Si los resultados en las municipales son tan malos como todas las encuestas vaticinan, Carme Chacón hará lo posible para que el debate interno se posponga tres meses. La ministra confía en que el retraso le dará más posibilidades.
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