La Habana

La cubana de Marsó amenaza con hablar por Jesús Mariñas

Paco Valladares compartió escenario con Concha Velasco
Paco Valladares compartió escenario con Concha Velascolarazon

No le dejarán en paz, a Marsó le costará descansar tranquilo. Mientras unos recuerdan su afabilidad y su sonrisa, otros prefieren clarificar ante los que no valoran lo suficiente el coraje de la que siempre estuvo a su lado, Concha Velasco. En ella no todo son sonrisas y modales exquisitos. Quienes les conocieron bien y trabajaron a su lado magnifican el desprendimiento económico de Paco que tenía la mano llena de agujeros. Como promotor teatral era arriesgado e imprevisible hasta tal punto de que cuando estrenaron «Hello Dolly», un fracaso artístico y monetario aunque ahora se diga lo contrario, se rió. Un desbarajuste al que contribuyó José Carlos Plaza, que dirigió el musical norteamericano en el que triunfó Carol Channing en 1964. La puesta en escena de Concha Velasco, sin embargo, sonó a chirrido, desafinó más que cuando cantó «La chica ye-yé». No me perdonó aquella crítica, aunque me parece que lo hizo fenomenal en «El cumpleaños de la tortuga», donde compartía escenario con Alberto Closas. Y no digamos cómo celebré su «Mamá, quiero ser artista». Fui a verla más de 20 veces. ¡Cómo estaba Valladares en el papel de Antonio Amaya, emulando su enfado por los desplantes de la ex esposa de Marsó! Presencié y compartí más de uno. La actriz tiene un genio demoledor. Un mediodía, en el restaurante Lucio, el todavía matrimonio me pedía detalles sobre «La mujer del año», obra que había visto en Nueva York y en la que participaban Lauren Bacall y, más tarde, Anne Baxter, que nada tenía que ver con Conchita, Paco me preguntaba sobre el número de personajes y los aspectos del decorado: «¡Cállate, que de eso no sabes nada!», soltó ella, y el pobre se atragantó por tanta brusquedad que no venía a cuento. Los desplantes y las desconsideraciones eran permanentes, de ahí las alegrías que Paco se permitía para desahogarse.

Nos reíamos siempre que le recordaba una deuda de 400.000 pesetas que contrajo en el estreno barcelonés de «Mamá, quiero ser artista» y que prometió devolver «con alguno de mis cuadros, si te parece». No volvió a recordarlo como seguramente ahora harán muchos que revelarán las intimidades de Marsó. Y es que Concha y él eran tal para cuál. Se que la cubana Diosi está al caer. Pronto la veremos de plató en plató revelando momentos íntimos que vivió junto a Marsó en La Habana. Ojalá me equivoque, pero no lo creo.