Los Ángeles
Secuestros a precio de oro
Acaba de morir Paul Getty III, nieto del magnate del petróleo Jean Paul Getty I. Fue secuestrado en mayo de 1973 por la «‘ndrangheta» calabresa mientras vivía en Roma con su madre, una activista hippy que había sido campeona de waterpolo y que por entonces hacía artesanía en su lujoso palacio romano y luego la vendía en los mercadillos
La madre de Paul pidió ayuda a su ex marido, a sabiendas de que su padre, el multimillonario propietario de la Getty Pretroleos, se resistiría a pagar el cuantioso rescate: 17 millones de libras. La tacañería de Getty era proverbial. En su palaciega casa de Sutton Place tenía instalado un teléfono público para el servicio.
Se negaba a pagar el rescate, aduciendo que tenía catorce nietos y que si pagaba por uno acabarían secuestrando a los otros trece. Pero su negativa tenía razones de peso: consintiendo se aumentaba la ilegalidad, los secuestros aéreos y el terrorismo. Transcurridos tres meses de secuestro, el mafioso calabrés Mommo Piromalli envió a «Il Messaggero» la oreja derecha de su nieto junto con las fotos del acto de la mutilación, reliquias que hoy serían valoradas como una performance de arte contemporáneo, digna de figurar en The Getty Center de Los Ángeles.
3.000 millones de dólares
Finalmente, el abuelo le prestó la suma de 2,1 millones de libras esterlinas, que le cobró en cuotas mensuales a un interés del 4%. Cuando murió en 1976, su fortuna se calculaba en 3.000 millones de dólares.
Paul Getty III ha muerto en su lujosa mansión inglesa de Buckhinghamshire a los 54 años de edad de un derrame cerebral. Getty vivía en una silla de ruedas, paralítico, casi ciego y mudo desde 1981, a causa del ictus que le sobrevino por una sobredosis de valium, opio y metadona. Ese cóctel fatal lo dejó en un estado semivegetativo desde entonces. Getty tenía 24 años, se le conocía como el «hippy de oro» y su vida, bohemia y señorial, fue muy similar a la de su padre: orgías, consumo de drogas y el deambular de la jet-set.
En los años 60, John Paul Getty II había frecuentado la Factory de Andy Warhol, junto a intelectuales, millonarios y chaperos, antes de retirarse a Inglaterra, donde se convirtió en un conspicuo filántropo. Atrás dejaba una vida de excesos y a su segunda mujer, la modelo holandesa Tahlita Pol, muerta por sobredosis de heroína, con quien tuvo un hijo al que llamaron Tara Gabriel Galaxy Gramophone Getty. La vida de su hijo Paul Getty fue un remedo abreviado y trágico de la suya, típico de los años 70. Padre y abuelo lo desheredaron al casarse con la directora Martine Zacher. Juntos volvieron a repetir la ruta de la jet-set de su padre: viajes, alcohol y drogas y visitas a la Factory de Warhol, hasta el fatal acontecimiento que lo dejó hemipléjico.
Sir John Paul Getty II, tan roñoso y desalmado como su abuelo, nunca quiso ocuparse de su hijo, aduciendo que por qué iba a pagarle la recuperación y las curas médicas si se había metido él solito en ese lío. Prefirió la filantropía.
Menos de un año después del secuestro de Paul Getty III, el 4 de febrero de 1974, un estrafalario grupo izquierdista llamado Ejército Simbiótico de Liberación secuestraba a Patty Hearst, nieta del magnate de la Prensa William Randolph Hearst. A esta pijita multimillonaria le afectó de tal forma el «síndrome de Estocolmo» que se pasó con armas y bagajes al grupo guerrillero, adoptó el nombre de guerra de Tania y colaboró con el SLA en el famoso atraco al Hibernia Bank de San Francisco, donde fue inmortalizada por la cámara oculta del banco como si fuera una serigrafía de Warhol. Cuando la Policía revisó la cinta, quedó sorprendida al ver a la nieta del magnate con una metralleta AK-47 apoyada en la cadera y la boina calada cubriendo la retirada de la banda. Esta imagen la convirtió en icono revolucionario al saltar a los periódicos de todo el mundo como «Tania la che-guevaresa». Un símbolo contracultural perfecto de la «izquierda exquisita» para decorar junto al póster de los Black Panters las paredes de un piso de estudiantes «engagés» y «à la page».
En el juicio dijo que fue violada por los miembros del ejército y sometida y castigada a aislamiento y tortura hasta que se identificó con la ideología marxista-leninista. La líder de la organización terrorista era una lesbiana llamada Mizmoon Soltysik.
El «caso Lindbergh»
Pero el rapto más famoso del siglo XX fue sin duda el del hijo del aviador que cruzó el Atlántico sin escalas, Charles Lindbergh que contrariamente al de Paul Getty y Patty Hearst, tuvo un desenlace trágico. El cadáver del niño de veinte meses fue hallado en avanzado estado de descomposición y con el cráneo fracturado, al caérsele a su raptor por la escalera.
Aunque se juzgó y condenó a la silla eléctrica a Bruno Hauptmann, se mantuvo el misterio y no faltaron situaciones chocantes, como el suicidio de la sirvienta, Violeta Sharpe, con líquido de limpiar metales, temerosa de que se supiera que la noche del rapto la pasó con su amante, la propuesta de Al Capone de movilizar el hampa a cambio de su excarcelación provisional y las pistas que conducían hasta Sevilla.
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