Príncipes y mendigos

Con Laporta, Sala i Martín y sus «coequipiers» cavilando un contraataque para no pagar el pufo que han dejado en can Barça –si es que la «due diligence» engaña menos que el algodón–, la presencia de algún campeón del mundo azulgrana en los premios Príncipe de Asturias, cuya Fundación nunca ha pretendido reunir en el Campoamor a los 23 internacionales, hubiese perdido momentáneamente actualidad de no ser porque Florentino Pérez ha aclarado a José Mourinho quién manda en el Madrid. En el Barcelona, que ni siquiera se concentra en las vísperas de los partidos, Guardiola se muestra inflexible. O tiene menos cintura que «Mou» o más poder que Sandro Rosell. Florentino viajará en jet privado con Casillas a Oviedo y ha dejado en incómoda posición al azote de Laporta, en cuyo club de acogida moran ocho campeones. Rosell tendrá que hacer lo imposible por enviar una representación, innecesariamente nutrida, sin menoscabar la autoridad de su técnico. Cuestión de imagen. En mal lugar quedará el Barça si uno de sus campeones no acompaña a Del Bosque a recoger un premio que literatos, científicos, pensadores o políticos de cualquier punto del planeta reciben agradecidos y sin trabas. De paso, la Liga (LFP) y los clubes deberían plantearse si su papel en el fútbol español se limita a poner el cazo. El circo es suyo, y los jugadores, pero caminan de hinojos por si el operador de turno les cierra el grifo. No es culpa de Mediapro que el 22-O sea la fecha de la entrega; sí lo es su mendicante actitud para no retrasar los partidos de Barça y Madrid 24 horas. Todo el mundo ha hecho lo que ha podido (?), menos los de la tele, que han procedido como han querido porque pagan y son los dueños del fútbol español. El resto, comparsas.