Crisis del PSOE

Ovación y vuelta al ruedo

Dos horas de espera –lanzando unos diez «tuits» por minuto desde los móviles– para verles fugazmente durante algo más de tres minutos y después contemplarles como todos los telespectadores: desde la televisión.

Imagen de un grupo de «Anonymus» e «indignados» en el Campo de las Naciones antes del debate
Imagen de un grupo de «Anonymus» e «indignados» en el Campo de las Naciones antes del debatelarazon

Los únicos que no paraban eran los miembros de la Academia de Televisión, que ofrecían respuestas a cuestiones tan peregrinas como si la silla que ocuparía Rubalcaba se habría alzado para estar a la misma altura que la de Rajoy. El codirector y realizador del debate, Fernando Navarrete, lo aclaraba: «No hombre, cada uno estará a su altura»... Y eso cada cual que lo entienda como quiera.

Dos minutos antes de lo previsto –se notaba que hasta los semáforos se habían aliado con los candidatos para llegar a la hora–, Mariano Rajoy llegaba con una amplia sonrisa. «Bien, todo muy bien», dijo el líder popular a la Prensa. Más parco estuvo Rubalcaba, que masculló algo ininteligible.

Una vez se encendió el piloto rojo cada cual ocupó su lugar: los candidatos en el plató y sus asesores en sendos despachos. Ana Mato, y exultante Esteban González Pons, Pedro Arriola, Carmen Martínez Castro y Tomás Iribarrén –amigo personal de Rajoy– escuchaban satisfechos. El más vehemente, González Pons, henchido de optimismo, el más prudente Iribarren. En el descanso, al unísono ovación para Rajoy. Tranquilos y minimizando la agresividad de Rubalcaba. Por parte de los socialistas, Elena Valenciano –que no perdió su brío habitual–, Óscar López, el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez –que no supo asesorar a Rubalcaba como neutralizar a Rajoy con las cifras del paro– y Carlos Hernández también jalearon a su líder. Mientras, los periodistas iban y venían con el run run de que Rubalcaba les estaba quitando el puesto de trabajo preguntando más sobre el programa del PP, y omitiendo el propio, y crecían los murmullos cuando Mariano Rajoy comenzó llamando a su contrincante «Rodri...Perez Rubalcaba». Al final, lo de siempre: para los partidos los dos ganaron y salida rumbo a sus sedes con una amplia sonrisa a modo de despedida.