Campaña electoral

España irresponsable por Martín Prieto

La Razón
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Las amargas lágrimas de Elsa Forner anunciando el hachazo al bienestar italiano nos reconcilian a los maltratados con algunos miembros de la clase política, o al menos con los nuevos tecnócratas transalpinos. Berlusconi, sus socios políticos y sus decenas de ministros no han de llorar por nada, y el «Cavaliere» sólo será a la postre responsable por cuestiones de trujimán contable o por meter a una menor en una juerga. La responsabilidad política no pertenece a la cultura grecolatina y hay que mirar a Islandia para ver a un ex primer ministro enjuiciado por dejación de funciones. Entre nosotros Felipe González estableció que las responsabilidades políticas quedaban extinguidas en las urnas cuando se perdían las elecciones. Algo así como si prescribieran las responsabilidades penales del delincuente que fuera acerbamente vituperado por la opinión pública. Donde hay reprobación no hay castigo. Lo acaba de volver a dejar claro la secretaria de Estado de Empleo, María Luz Rodríguez: «La valoración de nuestra gestión le correspondió ya a los ciudadanos el 20 de noviembre». La viceministra de Trabajo no tiene ni una infantil llantina por cinco millones de parados sino que se lava las manos en la derrota porque ella ha pasado por el empleo sin romperlo ni mancharlo. El estado de irresponsabilidad política permite la irreflexión del partido sancionado por los electores y la permanencia en su jefatura fáctica de los mariscales del desastre. Todos los que se han empachado malversando el bien público entienden que la derrota es el perdón.