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Un Wilde para morirse

La idea del protagonista de «El crimen de Lord Arthur Savile» no es muy brillante. Pero cantada por Egos Teatre promete un rato de diversiónPARA NO PERDERSETeatro: Fernán-Gómez. Pza. Colón, 4. Cuándo: hasta el 15 de abril. De martes a sábado, 20:00 h. Domingos, 18:00 h.Precio: de 16 a 20 euros.

Un Wilde para morirse
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MADRID- Sólo al retruécano ácrata del irlandés más británico, Oscar Wilde, se le podría ocurrir un argumento como el de «El crimen de Lord Arthur Savile». A saber: si un vidente le vaticina a usted que acabará por cargarse a un familiar cercano, no espere más y arréglelo cuanto antes liquidando a su futura esposa. Esto, a grandes rasgos, es lo que le ocurre al protagonista de «El crimen de Lord Arthur Savile», un aristócrata metido en un buen embrollo desde el momento en que le da por ir a un espectáculo de magia, el del Gran Séptimo, quiromántico e ilusionista.

«El crimen de Lord Arthur Savile» adapta un relato breve de Wilde publicado en 1891 y cargado de la ironía propia del novelista y dramaturgo. Wilde, claro está, factura algo más que un relato cómico para torpedear bajo la línea de flotación a esa sociedad bienpensante que tanto le complicó la vida. A los escenarios llega en formato musical gracias a la compañía Egos Teatre, que le puso música y letras –todo original– a la historia, por encargo del Teatre Nacional de Catalunya (en Madrid se estrena en castellano). «Es un musical colorista, muy irónico y con un gran sentido del humor», explica Joan Maria Segura, director del espectáculo. La compañía ya pasó por Madrid con «Ruddigore o la estirpe maldita», una opereta de Gilbert y Sullivan que se llevó las mejores críticas y unos cuantos premios.

En este nuevo musical, Egos potencia la larga sombra de Wilde salpicando la dramaturgia con sus aforismos y enriqueciéndola con algún personaje de otros textos, como Salomé o Lady Windermere. Si no están familiarizados con el ingenio del inglés, ahí van un par de ejemplos de la obra: «El dinero no da la felicidad, pero proporciona una sensación tan parecida que hace falta ser un experto para distinguirla», dice Lady Windermere. Y sentencia el Gran Séptimo: «Lo único que se consigue diciendo la verdad es que te descubran».