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Txusito dela Calzada
Hemos estado tan ocupados con lo urgente, como era despejar la incógnita de cuál de los dos zapateristas (la de verdad o el sobrevenido)se haría cargo de las ruinas del palacio de invierno de la calle Ferraz, que apenas si nos hemos fijado en algunas de las solemnes necedades de las que hemos sido testigos en la última semana de enero, antes de que la ola de frío polar recorriera los pasillos del hotel Renacimiento (¡vaya ironía!) y borrara algunas sonrisas malvadas y otras de tonto con pretensiones, protagonizadas por dos personajes distantes, pero no muy distintos. Jesús Eguiguren que si se dedicara profesionalmente y no como amateur al humor, podría llamarse Txusito de la Calzada o Jesulín de Amaiur, aseguró públicamente que Euskadi puede tener su propia Constitución sin que eso signifique separarse de España. En el que es todavía su partido, el socialista de Euskadi, nadie le ha dado una colleja estando, como estaban, ocupados en conseguir que Rubalcaba se hiciera con la Secretaría General. Si hay algo que me ha gustado de este 38º Congreso, por cierto, es que Eguiguren deje de estar en el Comité Federal. Ahora ya puede irse a las filas a las que realmente pertenece junto a individuos tan sonrojantes como Martín Garitano. El otro personaje es Garzón que dijo ante la sala donde se le juzga por presunta prevaricación, que al abrir esa especie de causa general contra el franquismo («papá, qué coño es eso», preguntan las criaturitas de 30 añitos que siguen en casa gracias a la gran política progresista de los últimos ocho años) no le movió la ideología porque los jueces no funcionan así. Si el asunto no fuera tan serio y no se estuviera manipulando a nonagenarios con fines político-ideológicos, la afirmación del gran justiciero invitaría a la carcajada. Con la ola de frío que nos espera hasta que podamos pagar otra vez la calefacción que alegremente se ha derrochado en la legislatura pasada, lo mismo se nos congelaba la sonrisa.
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