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La campaña electoral iraní muestra la pérdida de poder de Ahmadineyad

La pérdida de poder del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, ha quedado patente en la campaña para la segunda vuelta de los comicios legislativos que mañana se celebrará en la República Islámica, eclipsada por las negociaciones nucleares con las grandes potencias.

En los dos meses transcurridos desde la primera vuelta, celebrada el pasado 2 de marzo y en la que ya se eligieron 225 de los 290 diputados de la Cámara iraní, el ambiente político ha cambiado y ahora el régimen está más interesado en lograr un acuerdo internacional sobre su programa nuclear que en mostrar su fuerza.


Aunque en el último momento de la campaña, el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, volvió a recordar ayer al enemigo exterior, personificado por Israel, Estados Unidos y los países de Occidente en general, no lanzó un ataque tan rotundo como hace dos meses. Irán espera el levantamiento de las sanciones de EEUU y la UE en la reunión del 23 de mayo en Bagdad con las potencias del Grupo 5+1 para tratar la cuestión nuclear iraní, dijo ayer Gholam Ali Hadad Adel, diputado y asesor de Jamenei, por lo que se ha moderado la hostilidad habitual con Occidente y su utilidad política.


Hadad Adel, que pertenece al círculo más próximo a Jamenei que controla la ronda de conversaciones con el G5+1 iniciada el pasado 14 de abril en Turquía, señaló que espera "que las negociaciones de Bagdad sean complementarias a las de Estambul", que fueron "positivas", y lleven al levantamiento de las sanciones.


Con el enemigo exterior en espera, los principalistas islámicos ultraconservadores, el sector más próximo a Jamenei, ha centrado su campaña en descalificar al entorno de Ahmadineyad, al que consideran un desviacionista y al que acusan de poner en duda la primacía religiosa en el régimen teocrático musulmán chií del país.


Los mayores grupos principalistas, que obtuvieron unos 180 escaños de los 225 elegidos en la primera vuelta, han recurrido en la campaña electoral al apoyo de destacados ayatolás de Qom, el centro religioso que alberga los grandes seminarios chiís de Irán, para avalar sus posturas y atacar a Ahmadineyad.


Incluso, el ayatolá Mesbah Yazdi, miembro destacado de la poderosa Asamblea de Expertos, dijo en una reunión electoral que "los desviacionistas son mucho más peligrosos que los 'sediciosos' (denominación que dan a los reformistas islámicos, marginados de estas elecciones)", en un ataque rotundo y directo a Ahmadineyad.


El pasado 14 de marzo, el presidente fue convocado por el Parlamento saliente, aún activo, para interrogarle sobre supuestas irregularidades de su Gobierno, una humillación que hasta ahora no había sufrido ningún otro mandatario de la República Islámica desde su creación en 1979. La Cámara también ha bloqueado los planes económicos de Ahmadineyad, que debían haber avanzado a partir del Año Nuevo persa (20 de marzo), pues la mayoría principalista, que le apoyó en un principio y ahora es su mayor detractora, se opone al cambio en el sistema de subsidios.


Los principalistas rechazan el plan de Ahmadineyad de una mayor reducción de las subvenciones a los productos básicos y energéticos, acompañada por un aumento de los subsidios directos a las familias más pobres, al considerar que son medidas inflacionistas que pueden desequilibrar el país.


En estas circunstancias y acosado además por las acusaciones de corrupción de personas y entidades supuestamente relacionadas con su entorno, Ahmadineyad tendrá sin duda un periodo muy difícil en el año que le queda de gobierno antes de los comicios presidenciales de 2013.


Ayer mismo, la Inspección del Estado, en manos principalistas, transfirió a los tribunales, controlados asimismo por el entorno de Jamenei, un nuevo caso sobre un presunto fraude a bancos públicos de 100 millones de euros en Bandar Abas, en el sur del país.


Este se une a otro caso similar, el supuesto desfalco de 2.600 millones de dólares a bancos públicos, el mayor asunto de corrupción desvelado en los 33 años del régimen, por el que están enjuiciadas 32 personas, de las que algunas han sido relacionadas con altos cargos gubernamentales.


Con la oposición no religiosa proscrita, los reformistas islámicos excluidos y el sector de Ahmadineyad con escasa presencia, la próxima Cámara será la más restringida en su representación desde la instauración en 1979 del régimen, cada vez más encastillado alrededor del poder religioso de Jamenei.