Bruselas
Rimbaud vuelve la oscuridad
Edmund White recupera al precursor de los poetas malditos en una biografía
La leyenda de Rimbaud se ha convertido en algo más que la de un poeta maldito. Tan sólo escribió un par de años, pero, a pesar de su brevedad, «abarcó toda la historia de la poesía, desde el verso latino hasta el romántico, el parnasiano y el simbolista, y de allí el surrealista», explica el autor de su nueva biografía, Edmund White.
El autor transmitió la imagen de un joven inquieto y trangresor que, al igual que otros genios, se anticipó a su época. Sin embargo, no siempre fue un «maldito». «Rimbaud», (Lumen) revela que el poeta no siempre luchó contra lo establecido. Es más, durante su infancia, fue un niño ejemplar. Era un jovencito tranquilo y un avanzado en los estudios. Era un chico curioso, al que nada le parecía banal o superfluo. Su aspecto de «ángel caído, con aquellos ojos azul celeste, casi blancos», como apunta el escritor, rehusaban la imagen de diablo que más tarde se fraguaría en París. Fueron sus delicadas facciones las que cautivaron a Verlaine, uno de los padres del simbolismo y que se convertiría en su amante, su inspiración y, también, su perdición. «Sus crueles ojos celestes», como los denominaba el autor de «Fiestas galantes» consiguieron apartarle de París, de su familia, de su rutina, de una vida austera, para vagabundear por Europa,probar todo tipo de drogas y disfrutar de su sexualidad.
White se resiste a presentar una biografía al uso, tal como han hecho antes Enid Starkie o Graham Robb. La inmersión del escritor en la vida del heredero de Baudelaire es un intento personal por entender su obsesión por «El barco ebrio», el primer poema sensual que escribió un joven Arthur que sólo buscaba salir del pequeño pueblo católico de Charleville, en las Ardenas francesas, donde la extrema disciplina de su madre fomentó su espíritu bohemio y sus ansias por conocer París, la cuna de la poesía simbolista en aquel momento, y cuyo máximo representante fue Verlaine. La relación que mantuvieron fue combulsa, de amor intenso y admiración mutua. No podían vivir juntos ni separados. La llegada del bello Arthur a la vida del «feo» Verlaine no fue más que una respuesta de la demanda del poeta: «Ven, querida y gran alma, te llamamos, te esperamos», y le envió el dinero para que viajara a París.
Violento
Uno de los rasgos que hicieron geniales al dúo fue el ardor con la que vivieron los dos años que pasaron juntos y que terminaron trágicamente. No murieron, pero sí que hubo un disparo de Verlaine, en 1873, en la mansión que compartían en Bruselas. No obstante, no fue el único agresivo de la pareja. Un año antes Rimbaud apuñaló la muñeca de Verlaine durante uno de sus «juegos» infantiles propios del movimiento decadente.
Título: «Rimbaud».
Autor: Edmund White.
Editorial: Lumen. 19,90 euros.
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