Sevilla
OPINIÓN: Facturón
Me niego a echar números para ver si me sale a cuenta el lujazo de la Seguridad Social cuando tengo pendientes un par de visitas para terminar de enderezar mis pinreles. Sólo espero no toparme con una de esas «facturas sombra» (produce cierto miedo el nombrecito) mientras no se confirmen sus efectos secundarios. Habrá quien se deshaga de la prueba del delito nada más atravesar la puerta del hospital –ay, incautos, allí acecharán los potenciales demandantes para demostrar que sale mejor alquilar la clínica de Fátima que parar (o parir) en Maternidad–. Pero para quienes tenemos conciencia colectiva, a partir de las tres cifras empezará a anular los analgésicos. Si la cosa requiere hospitalización, incluyendo mano de obra, el hotel Renacimiento asegura ofertas todo el año mucho más económicas. La envidia (muy bien aprovechada, por cierto, por sus ciudadanos) del Reino Unido, Alemania o los capitalísimos Estados Unidos ha iniciado los primeros pasos hacia la extinción. El mayor avance social de nuestro país se tambalea y Andalucía, qué casualidad, se ha situado la primera en la cola para perder sus privilegios (uno más). El SAS quiere convertirnos en lo que él no puede ser por falta de inspectores, en guardianes del personal sanitario para impedir que extiendan un valiosísimo minuto más su desayuno mañanero. ¿Se acabará oyendo en los mostradores de admisión eso de «con IVA o sin IVA»?
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