España
Como otras veces por Iñaki Zaragüeta
La historia se repite. Como sucedió en otras ocasiones, cuando determinados dirigentes se acercan o traspasan la cuarentena –a los cuarenta no te mojes la barriga– aparece la estrategia de la confesión sin penitencia, para buscarse una salida mejor al sol que a la sombra, en tanto los jóvenes, los malos, se hacen cargo de la organización para seguir amenazando la convivencia de todos. Por ello, no me sorprende la información de «Zulo» sobre la incorporación de una veintena de jóvenes sin reclamaciones judiciales, los conocidos «legales». Aparte, siempre se quedan algunos huidos aportando su experiencia en la línea del odio a España.
La cuestión para el Estado se centra en caer o no en la trampa, en aprender o despreciar la Historia. Hay un problema más grave que el de que la Historia se repita, que no aprovechemos sus lecciones. El Gobierno parece saberlo. Me satisface comprobar que la tesis más proclamada por Rajoy y su ministro del Interior es «ETA debe disolverse y entregar las armas». Da tranquilidad el imperio de que el gobernante sepa que el mundo no peligra por las malas personas, sino por aquellas que permiten la maldad. Eso es lo que ha de meditar en el marco de su responsabilidad. La debilidad de ETA proviene de la batalla mantenida contra ella. La del Estado, de las concesiones. Éstas han provocado su ascenso a las instituciones y las excelentes perspectivas que emergen ante el entorno político de la banda. Algunos optan por decir que Dios ha hecho algo mal. Yo me inclino por que nosotros somos los que empeoramos lo que Dios ha hecho. Así es la vida.
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