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Gerard Mortier / director artístico: «El Real está viviendo conmigo su periodo más internacional»
La noche del martes, Gerard Mortier aplaudió en Atenas el estreno de «Mahagonny», que, asegura, fue «fantástico. Tenemos tres funciones completas con más de 5.000 personas, todo un éxito». La cruz estaba en Madrid: el público volvía a dividirse en la segunda representación de «C(h)oeurs»: los abucheos no amainaron y de nuevo hubo espectadores que abandonaron la sala. El director artístico del Real sabe que no siempre llueve a gusto de todos. Entre Atenas y Viena, donde se reunirá con Michael Haneke, habla con LA RAZÓN del estreno y la bronca del nuevo montaje del coliseo.
-¿Pensaba que iba a ser «C(h)oeurs» una obra tan contestada?
-Estamos en un gran teatro y debe haber discusión. Cuando no suceden estas cosas resulta aburrido. El público tiene todo el derecho a decir lo que le gusta y lo que no, no ha de comulgar con todo con lo que ve en escena. Lo que me disgustó no fueron las protestas, sino que parte de los espectadores tratara de perturbar la marcha del espectáculo. Es un montaje de enorme calidad y eso no lo puede negar nadie. Este teatro nunca ha tenido un coro tan en plena forma como ahora. Todos los de Europa, y lo sé, están celosos de una agrupación como la nuestra. ¿Se le puede abuchear? No me parece justo.
-Lo que más encendió el patio de butacas fue la coreografía de Platel.
-Y no lo entiendo. No sé por qué no gustó cuando es una composición del cuerpo. Ése y no otro es su lenguaje. Me cuesta creer que quienes arremetieron contra la obra puedan ver en el Museo del Prado «El gran cabrón» de Goya o sus «Pinturas Negras», que tienen movimientos similares. Me consuela pensar que Nissinski también fue abucheado.
-¿Ha tenido una fuerte repercusión internacional?
-Inmensa. Había críticos de todo el mundo y en Alemania o Estados Unidos han publicado grandes reseñas y esto, tanto para Madrid como para nuestro teatro, es muy importante. Hemos recibido ya peticiones para que el montaje se vea en Aviñón (4 funciones) y también en Viena y Tokio, donde grabaremos un DVD, lo que me produce una honda satisfacción porque la ópera es mi vida. Acepto las críticas, pero internacionalmente he situado al Real en el centro de la vida artística.
-No le pilla desentrenado este alboroto porque se curtió en sus años al frente de Salzburgo.
-Siempre luché y mucho, y me contestaron los montajes. Puedo vivir con este tipo de reacciones. Tampoco Salzburgo llegó tan alto como cuando fui su director.
-¿Qué es lo que más le sorprendió de la reacción del público?
-Sinceramente, el odio que pude ver en algunas pupilas. Eso me pareció inquietante. Sin embargo, he recibido bastantes apoyos.
-¿Está el público preparado para un montaje como «C(h)oeurs»?
-Yo no diría que no lo esté, sino que una parte, quizá, tiene que cambiar. Siempre habrá gente a la que no le guste el lenguaje coreográfico de Pina Bausch, que también fue abucheada. El mundo de la danza no es sólo ni lo clásico ni lo contemporáneo. El abanico es amplio y es un lujo que Alain Platel esté en Madrid.
-¿Puede decirse que un teatro sin debate está muerto?
-Tiene que existir el diálogo, el debate, la conversación. Tenemos que estar vivos.
-«A Mortier le gusta la polémica, sigue siendo el gran provocador», se ha dicho de usted estos días.
-No quiero que me llamen «gran provocador». ¿Por qué no lo dijeron en el estreno de «Lady Macbeth», por qué sí a Platel?
-Quizá porque la carga política de «C(h)oeurs» está muy presente.
-Sí que la tiene, habla de nuestro tiempo, y eso disgusta porque la gente no quiere ver y prefiere cerrar los ojos. Pero yo estoy convencido de que el teatro es el lugar de la «polis», en el que se reúne nuestra sociedad. Platel es un gran humanista que traslada un mensaje positivo, del hombre ante la fuerza de la naturaleza. No me ha gustado que el público riera ante la presentación de los artistas, ¿no es bueno conocer sus nombres?
-¿Satisfecho del arranque de su primera temporada?
-El Teatro Real está viviendo conmigo un periodo muy importante, su momento artísticamente más internacional. Nunca antes habían pasado estas cosas en Madrid. Lo que suceda cuando me vaya ya será otra historia.
Riccardo Muti y sus huestes
Después de la tormenta llega la calma. Así, tras las diez representaciones de «C(h)oeurs» aterrizará Riccardo Muti (en la imagen) en el Teatro Real el 27 de marzo. Lo hará con una ópera cómica en dos actos de Saverio Mercadante, «I due Figaro», y traerá de la mano su orquesta y coro. Es uno de los platos fuertes, aunque no el único, porque «bombazos va a haber muchos», adelanta Mortier con una sonrisa. «Muti es un gran profesional y aquí tiene las puertas abiertas». La dirección de escena llevará la firma de Emilio Sagi. Serán cuatro representaciones en coproducción con el Festival de Pentecostés de Salzburgo y el Festival de Rávena.
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