Reino Unido
Recapitalizar la banca por Vicente Cuñat
La falta de confianza de los inversores internacionales en la economía española se manifiesta en los problemas en los mercados de deuda soberana, pero tiene su origen en la incertidumbre sobre el coste de sanear nuestro sistema financiero. Varias cajas y posiblemente algún banco necesitan recapitalizarse y en las condiciones actuales es difícil captar capital externo. Esto es algo que sabemos desde hace tiempo, pero que los sucesivos responsables políticos han preferido obviar, al menos de cara a la opinión pública. Como resultado, se ha optado por fusionar cajas aparentemente saneadas con aquéllas con más problemas, y otorgar prestamos y garantías que a largo plazo acabarán siendo recapitalizaciones más o menos encubiertas. Esta estrategia ha permitido diferir el coste político de reconocer que sanear el sistema financiero español recaerá sobre los contribuyentes. Sin embargo, el coste de no reconocer a tiempo la profundidad de nuestros problemas ha sido terminar con entidades mas grandes, con balances muy opacos, a las que probablemente no se puede dejar caer y cuyas crisis son difíciles de gestionar. El mal ejemplo reciente de Bankia no podría ser más esclarecedor. Estas políticas contrastan con el camino escogido en el Reino Unido. El Gobierno de Gordon Brown inyectó 37 millones de libras en el 2008 en el sector financiero. Se utilizó para ello una ampliación de capital directa, en lo que constituyó, de hecho, la nacionalización efectiva de dos de los cuatro bancos principales del país. Fue una recapitalización profunda, respaldada unánimemente. Fue también una intervención muy temprana, en un momento en el que la solvencia del sistema financiero aún no estaba en entredicho. El capítulo no está cerrado. Los bancos nacionalizados siguen en pérdidas. No está claro como gestionarlos, ni cuando o como se procederá a su privatización. A cambio, los beneficios han excedido los costes. Se han disipado las dudas sobre la solvencia del sistema financiero y se han evitado las distorsiones que esas dudas generan. Esta opción, desgraciadamente ya no esta disponible para el caso español, dadas las dificultades del Estado para conseguir endeudamiento. Sin embargo, en esencia, el caso de Reino Unido nos enseña que reconocer cuanto antes nuestros problemas, aunque sean graves, y proponer soluciones realistas sale más a cuenta que ir poniendo parches. La nueva reforma financiera presentada el viernes es el enésimo intento de reconducir la situación. Aumenta las provisiones asociadas al sector inmobiliario, obliga a separar activos y propone nuevos canales para otorgar liquidez al sistema mediante bonos convertibles. ¿Qué podemos esperar de esta reforma? Aquellas entidades con menos problemas podrán provisionar en base a capital existente o beneficios, si los tienen o, incluso acceder a los mercados de capitales. Para aquéllas con más problemas, la reforma sólo es útil si les obliga a reconocerlos y si fuerza la entrada de capital público; a ser posible de un modo inmediato y no mediante el mecanismo diferido de los bonos convertibles. Eso sí, no se puede tapar un agujero con otro, si los mercados de deuda soberana no reaccionan positivamente, será necesario el recurso directo al fondo de estabilidad financiera europeo.
Vicente Cuñat
Profesor de London School of Economics
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