Mónaco

Yo Leonor

Ah, claro, que yo no puedo ir a la boda. Yo puedo ir a misa, eso sí, mil veces a misa aunque no entienda nada. A misa en Mallorca sí que puedo, fíjate tú, hala, de cabeza a la Catedral, pero a la boda esa inglesa no, porque a esa vais vosotros y la abuela, pero yo no puedo, no sea que luzca y acapare protagonismo.

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Yo, a misa en Mallorca, claro, y sin correr entre los bancos y sin pegar patadas al cura y sin llorar y aguantando al sollo humano este que me ha tocado de hermana y encima impecable. Yo ahí quieta, perfecta, monísima, portándome de libro y posando que da gloria verme, pero a la boda no que es mejor ir a misa, que estoy de misa hasta el gorro yaaaaaa. Zas y pegué un portazo.
O sea, que he montado un numeraco. Estoy castigada, gran novedad. Por lo visto va para largo la cosa porque mi madre tiene un morro que se lo puede atar con una manta. No me habla y me ignora. Y cuando sabe que estoy poniendo la oreja le dice a mi padre que hay un reformatorio buenísimo y un internado donde te cortan el pelo y cosas así para ver si me acojono. Me da igual. No cedo. Quiero ir a la boda esa a ver si echo un vistazo a los herederos. Los herederos de las coronas, por cierto, en cuanto cumplen los veinte años se quedan cartonianos y ensanchan, que es lo que le he dicho a mi padre: hijo mío, qué os dan, que os ponéis tan rotundos.

Pero bueno, mira, es lo que hay y así está el paño y tampoco me voy a poner tiquismiquis porque esto de la sangre azul es una cuestión de suerte. Fíjate tú mi hermana, lo mona que parecía y ahora vamos a tenerla que ingresar en la Buchinger y quitarle las magdalenas. El caso es que no voy y tengo un cabreo como una mona. Lo bien que me lo podía yo pasar pisando vestidos largos, por favor. Y metiéndome el dedo en la nariz antes de saludar a Alberto de Mónaco. Y diciéndole a Rania que al lado de mi madre es una calcomanía. ¿Quién será el Peñafiel de esta gente, por cierto, que tengo yo un come-come gordo? ¿Y quién controlará que el primo Harry no se coja una tajada como un piano, ein? ¿Darán cuatro cigarros en un estuche? ¿Habrá entremeses y un langostino? ¿Puedo yo pedirme el bienio sabático como los novios? ¿Hay anillo más feo que el de la novia? ¿Está el abuelo de vacaciones sin disimulo? Bien, pues no voy. Con el juego que doy, mecachis.