Avishai Cohen revalida el jazz

La séptima edición del festival vigués de jazz, cuyo programa se extiende hasta el día 25, arrancó con un concierto capaz de revalidar la convicción en el jazz como una expresión del estricto presente, «el arte que aún borbotea en la marmita», según apostó en su día Boris Vian. Y si hablamos de marmitas bien puede pensarse que el contrabajista (no confundir con el trompetista homónimo) Avishai Cohen y los suyos cayeron dentro cuando eran niños. A sus 41 años, Cohen, ya bien reconocido en la escena internacional, presentaba su nuevo trío con dos compatriotas israelíes, cuyas edades sumadas apenas rebasan la del líder: el pianista Nitay Hershko, 23 años; el baterista Amir Bresler, 21. Y se pone la maquinaria en marcha y entre los tres suman 100 años de sabidurías del jazz. El trío cautiva por lo heterogéneo de sus materiales: piezas basadas en el folclore israelí, ecos de la tradición clásica europea, el clásico latinoamericano «Alfonsina y el mar», «Panonnica» que Thelonious Monk dedicara a su protectora, la baronesa Nica, la arquitectura precisa de «Seven Seas», que da título a su último álbum. Y todo en proceso de creación e interacción constantes. En turno de bises, Cohen, solo, expone un concierto para piano de Bach (¡en su instrumento!) y entona un canto ladino, el castellano conservado por los judíos sefarditas. Y a todo trío una entrega de latin jazz. Para entonces, la mayoría del público aclamaba en pie.