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Reyes Calderón: «Todos vivimos en un equilibrio inestable entre el bien y el mal»

Regresa al thriller con «El último paciente del doctor Wilson»

Reyes Calderón: «Todos vivimos en un equilibrio inestable entre el bien y el mal»
Reyes Calderón: «Todos vivimos en un equilibrio inestable entre el bien y el mal»larazon

-La juez Lola MacHor, protagonista de sus novelas, regresa en «El último paciente del doctor Wilson» (Ed. Planeta) con un reto más oscuro: se adentra en la frontera que separa el mal de la locura.
-Sí, es un caso con un asesino en serie. Obviamente, hay muchos tipos de males, y el peor es arrancarle la vida a una persona.

-¿En tiempos de crisis económica, abordar la crisis moral es un paso lógico?
-Esta crisis no es sólo económica, sino que tiene otra estructural por debajo, una crisis de valores: lo hemos querido todo y ya. Al final, para lograrlo hemos dejado muchas cosas por el camino, y nos encontramos ahora sin armas.

-¿Qué le pasa hoy al hombre para cometer brutalidades como la del asesino de su novela, o las que vemos en las noticias a diario?
-La respuesta es cómo se forja un asesino. En la Edad Media se creía que eran tipos encorvados con la frente prominente. Ahora sabemos que los genes tienen un papel, pero también el ambiente, y luego hay una decisión voluntaria. Yo no creo que sea sólo una cuestión genética. No ha cambiado el perfil del asesino, pero ahora sabemos más de la maldad.

-Las historias de asesinos en serie enganchan. ¿Quizá llevamos algo oscuro en nuestro interior?
-Todos estamos en un equilibrio inestable entre el bien y el mal. La cuestión es por qué nos inclinamos por uno u otro, pero no sólo en el asesinato, sino en otras cosas, como engañar a tu mujer, a tu jefe o a tus amigos.

-En la novela refleja un episodio real. Unos chicos de clase media-alta queman viva a una indigente en un cajero. ¿Eso es maldad?
-A mí lo que más me impactó fue que se quedaron quietos, grabándolo en el móvil. ¿Qué sociedad tenemos que no ha logrado hacer valorar la vida para que dejen morir a alguien mientras lo graban?

-En la novela la protagonista se enfrenta a otro dilema: el aborto. ¿Qué opinaría la «juez del Supremo» Reyes Calderón?
-No me gusta demostrar nada al lector. Lo que hago es ponerme en la posición de una juez que se queda embarazada cerca de los 50 años y está muerta de miedo. Puede tomar la vía rápida, porque un aborto es relativamente barato y se tarda diez minutos, o tener una vida, la de su hijo, aunque ignore cómo van a salir las cosas. El lector también se sitúa en ese dilema. Yo creo que un aborto siempre es un fracaso, y a mí me gustan los éxitos.

-¿Existe el crimen perfecto?
-En el hombre nada es perfecto. Pero, entendidos como impunes, haberlos haylos. La casualidad, el destino, son buenos justicieros. En el largo plazo, el destino te pilla siempre. Esa es mi esperanza.

-¿La novela negra española puede tratar de tú a la americana o a la nórdica?
-No me gusta meterme en el cajón de la novela negra: escribo novela de intriga. En la nórdica, que es estupenda, los personajes son muy fríos. Y es tan importante un buen argumento como sus protagonistas. La novela española tiene personajes mejor construidos.

-¿Le ha puesto a Lola MacHor un rostro de cine en su cabeza?
-Espero ponérselo pronto, me encnataría. Creo que son novelas muy cinematográficas y vamos teniendo productores y directores muy potentes. Cuando vi «Celda 211» me pareció que no tenía absolutamente nada que envidiar a Hollywood, más bien al contrario.


De la juez a la economista
Decana de Económicas en Navarra, profesora visitante en La Sorbona y Berkeley, madre de familia numerosa y escritora –ésta es su sexta novela, tras «best-sellers» como «Los crímenes del número primo» (RBA)–, Reyes Calderón tiene puntos en común con su creación, la juez MacHor, mente inquieta y madre de cinco hijos. «Hay más de ella en mí de lo que me gustaría, pero menos de lo que la gente piensa», aclara. «No tenemos por qué coincidir en nuestras opiniones».


Título: «El último paciente del doctor Wilson».
Autora: Reyes Calderón.
Editorial: Planeta. 20,50 euros.