Historia

Melilla

Están ganando

La Razón
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Nueve años después de los atentados contra las Torres Gemelas el fanatismo islámico parece estar ganando la batalla al llamado mundo libre. Afganistán es un avispero donde mueren soldados de la coalición internacional y los Estados Unidos abandonan Irak a su más que incierta suerte. Al Qaida sigue intimidando a los gobiernos occidentales y los abanderados de lo políticamente correcto quieren hacernos creer que con concesiones y paños calientes se van a evitar atentados y secuestros. Pero la realidad es tozuda y hasta en los asuntos que se pueden considerar como anecdóticos se pone de manifiesto que la ofensiva intimidatoria esta dando sus frutos. El último ejemplo lo tenemos en la decisión que han tomado los propietarios de una discoteca de la localidad murciana de Águilas que van a destinar la nada despreciable cantidad de 100 mil euros a modificar el nombre y la estética del local porque su presunto parecido a una mezquita ofendía la sensibilidad de la comunidad musulmana. Unos pocos correos electrónicos con amenazas han sido suficientes. Nadie les ha hecho caso a estos empresarios. Ni en Interior, ni en Exteriores, ni la delegación del Gobierno ni nadie. Rubalcaba está muy ocupado ahora en intentar aplacar a la Guardia Civil, que está hasta el tricornio de ser la fea del baile. Moratinos sigue a los mandos de la política errática que marca ZP y que él aplica con entusiasmo, y el Gobierno y el PSOE bastante tienen con intentar tapar las vías de agua que se están abriendo a cada minuto en el cada día más débil casco de su poder. Esta historia de la discoteca no es más que un nuevo síntoma de una debilidad, de un complejo que tiene su máxima expresión en la memez de la Alianza de Civilizaciones. Al parecer aquí no tienen sensibilidad más que los islamistas, a los que no se les puede decir nada no sea que se enfaden. Que hay que modificar la estética y el nombre de un local de copas, pues se hace. Que ahora Marruecos quiere que los representantes de la soberanía nacional no vayan a Melilla, pues se utiliza a los voceros cercanos al poder para poner a parir a Rajoy, ya que hacerlo directamente hubiese sido demasiado fuerte. No tuvieron, eso sí, ningún pudor para ensañarse contra Aznar a quien necesita esta izquierda enferma de sectarismo crónico para seguir con sus tópicos y camelos de siempre con la esperanza de que les funcione a la hora de que los ciudadanos vayan a votar. Claro que después de la vergüenza por la reacción oficial ante los sucesos de la frontera con Melilla este pasado mes de agosto, y el apaleamiento de los activistas canarios en el Sahara, todo es posible. Si Moratinos fuese candidato a la Alcaldía de Córdoba, cosa improbable, y ganara, cosa imposible, lo mismo instalaba el ayuntamiento en la Mezquita y cambiaría su denominación de primer edil por el de visir. Estamos en manos de pusilánimes que le han hecho a este país un daño que será muy difícil de reparar, si es que alguien tiene la intención real de repararlo. La claudicación ante el chantaje de los radicales islamistas no es más uno de los muchos elementos que en estos seis años de socialismo han dejado a la sociedad española a las puertas de la UVI.