Marbella

Isabel Sartorius compite con la Campos por Jesús MARIÑAS

Es una buena maestra, no cabe duda, que volvió a coincidir en la Semana Santa malagueña con su entrañable Antonio Banderas aunque no practiquen.

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Son fieles a la tradición y la magistral María Teresa hasta recurrió al terciopelo negro –un atavismo– para presentar «¡Qué tiempo tan feliz!» el Domingo de Ramos donde además su coro versionó el «Jesucristo» del musical «Jesucristo Superstar». Es uno de mis preferidos y llegué a verlo hasta veinte veces en su montaje londinense. Lo preferí al más daliniano de Broadway, donde el Mesías iba envuelto en capas doradas que no inducían al recogimiento. Parecía Pepe Escamillo en El Molino.

Compiten pero no coinciden, un mundo las separa. Pero en las mañanas de «Espejo público» con Susanna Griso han dado nuevo aire a las quejas del televidente que María Teresa catapulta al clan de Jorge Javier cada jueves. Isabel Sartorius tiene modales diferentes o menos demoledores que los de Campos, ya de vuelta de muchas batallas. Pero siempre resurge como el Ave Fénix porque impone veteranía convertida ya en la lección magistral de la que todos bebimos.

¿Cómo olvidar aquellas mañanas de Telecinco donde compartíamos Ángel Antonio Herrera, Jimmy Giménez-Arnau mi amigo del alma, Carlos Ferrando, Kiko Matamoros, Paloma Barrientos, la tierna y siempre luminosa Belén Rodríguez o María Antonia Iglesias, además de Juan Adriansen y hasta la beatífica –y facialmente transformada– Cuca García de Vinuesa? Fue Aula Magna de una manera de hacer televisión donde también aprendieron Rocío Carrasco, Lara Dibildos o la entonces bisoña Alejandra Prat, digna hija de su padre. Un equipo de los que ya no se ven.

Isabel Sartorius mantiene la fina estampa y su talla de avispa recuperadas gracias a la tiránica dieta de un argentino donde sí se ve el esfuerzo y no en lo de Caritina Goyanes tras someterse en París a un médico generalmente eficaz, el doctor Dunkan, que le quita de encima cuatro kilos al mes. Todavía le queda bajar peso cara el 16 de julio donde su hermana Carla celebrará la boda del verano en Casares, en las afueras de Marbella. Seleccionando quejas, protestas o deseos del televidente, Isabel aporta sonrisa cómplice compartida con Griso y, a diferencia de ciertas objeciones típicas de quien tanto sabe como Campos, ofrecen desenfado y humor, lo mismo al recibir que replicando.