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Ni tanto ni tan McCarthy por Miguel Ángel Almodóvar

La Razón
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Alentados por el espíritu y la filosofía fantasmagóricas del más añejo y periclitado macarthismo, los norteamericanos han acabado en pocos días con las existencias de pastillas de yodo en sus comercios, porque saben que de esta forma la glándula tiroides se satura de yodo y ello puede impedir que el organismo asimile el yodo radiactivo inhalado o ingerido a través de los alimentos que llegaran de las centrales atómicas japonesas. Podrían haberse puesto a comer almejas a la marinera, mejillones al vapor, gambas a la plancha, bacalao a la bilbaína y caballa encebollada o más fácil haberle echado sal yodada al condumio, pero entonces no serían yanquiamericanos.