Nueva York
El punk ha muerto viva el punk
Los estilos musicales tan rápido se ponen de moda como les comen las polillas. Se admiten apuestas para saber cuándo volverá el punk, que ha tenido representantes durante los 70, 80 y 90, pero que parece sufrir el desinterés de las nuevas tendencias.
Unos de los pioneros del género, los efímeros y luego muy reivindicados The New York Dolls, los mejores abanderados del estilo en los 80, NOFX, y el último representante con éxito de algo que se acerque al punk, Pete Doherty, coinciden este fin de semana en Madrid.
Pioneros: El estilo de The New York Dolls no fue etiquetado como punk en sus inicios por sus influencias del rock duro, sus aires «glam» y sus ráfagas de «R&B». Y por la sencilla razón de que el término no estaba acuñado en 1971, cuando publicaron su álbum de debut, y porque la vida de la banda se terminó en 1977, cuando tras el segundo disco ya habían abrazado nuevas influencias.
La prueba de que encajaban en el molde punk es que, tras alguna muerte por abuso de drogas, les descubre Malcom McLaren, quien fuera sastre musical (y literal) de los Sex Pistols. Sin embargo, sus provocaciones fracasaron con la banda de Nueva York a pesar de que lo intentó todo, como vestirles de cuero rojo y hacerles tocar delante de una inmensa bandera soviética. Sus discos fueron un fracaso de ventas y sin embargo la crítica sí los tomó en cuenta, al igual que la escena «underground».
Su regadío favoreció la aparición de Blondie, los Ramones o Television, pero se propagó hasta llegar a Morrisey, líder de The Smiths y Michael Stipe, de R.E.M., que se han declarado seguidores fanáticos de la banda. Fue Morrisey precisamente el que auspició la reunión del grupo.
Dos de sus motores creativos, David Johansen y Sylvain Sylvain, vivían, aunque Johnny Thunders falleció en 1991. Ambos habían llevado discretísimas carreras en solitario, pero tras el éxito de la vuelta de los Dolls (se editó una película), Sylvain y Johansen debieron pensar: «si Roger Waters puede armar el circo con ‘‘TheWall'', qué demonios, nosotros también».
Domingo, 17. Sala Heineken de Ma- drid, 20:30 horas. Entradas por 28 euros.
Los antisistema: Se llegaron a creer tan importantes que rechazaban cualquier entrevista con un medio de comunicación. Pensaban que se aprovechaban más las revistas y periódicos de ellos que al revés. El debut discográfico de NOFX, «Punk in Drublic» (1994), sigue siendo un emblema de esa época (consiguió un disco de oro), y de sus 11 álbumes de estudio vendieron más de 6 millones de copias.
Su propuesta, también estadounidense, venía esta vez de la costa oeste, de la California que cobijó formaciones de «punk pop» comercial como Green Day o The Offspring, en la época dorada del «revival» del género con álbumes como «Dookie», de los primeros, y «Smash», de los segundos, además de otras formaciones como Bad Religion y los antisistema Rage Against the Machine, que lograron mucha más popularidad.
NOFX consiguió el éxito de seguidores pero no se correspondió con una carrera comercial, según dice su líder «Fat» Mike Burkett, porque se «negaron a venderse», a pesar de que les llegaron a ofrecer, siempre según su relato, más de un millón y medio de dólares por tres álbumes. Siguiendo con su psicosis antimediática, vetaron la emisión de sus vídeos en cadenas como la MTV por estar en contra de la ideología de su grupo empresarial, pero siguieron publicando álbumes de cierto reconocimiento. «Somos felices con los discos que vendemos», declaró la banda. Lunes, 18. Sala Macumba. Entradas por 27 euros.
Doherty, el excesivo: De todos los citados, ninguno tiene tantas menciones en Google como Pete Doherty, un caso paradigmático de músico fagocitado por el papel «couché» (y su relación con la modelo Kate Moss) y sus andanzas con los estupefacientes. En más de una ocasión ha estado a punto de pertenecer al club de los cadáveres jóvenes, aunque, en su caso, no exquisito.
Pero su carrera musical ha dejado discos notables, tanto con The Libertines como con The Babyshambles, etiquetados bajo varios epígrafes, uno de los posibles, «post punk». Si no exactamente en lo musical, en cuanto a su estilo de vida, el de un chico de 33 años con inacabable historial delictivo, desde luego encaja con el cliché.
Ejemplos certeros de su producción musical fueron «Up the Bracket» (The Libertines, 2002), y «Down in Albion» (Babyshambles, 2005) bien recibidos por la crítica, aunque Doherty no ha dejado de ser un guiñol mediático tratado con condescendencia. Lo cierto es que Doherty se expresa con más lírica que aseo, y su malditismo ha seducido seguidores con frases como: «Sé dónde tengo el botón de autodestrucción, sólo tengo que apretarlo». Aunque de su etapa en solitario hay menos prodigios musicales, suele dar espectáculo. Domingo, 17. Sala Joy Eslava, Madrid, 20:30 horas. Entradas: 24 euros.
Antes y después: ¿hay diferencia?
Hijo de militar, su primer oficio fue el de sepulturero. Doherty ha sido capaz de cantar a las drogas de diseño y fingirse Baudelaire. Parece que intenta potenciar lo segundo (y una imagen más limpia como en la foto de abajo) y por eso se hace llamar Peter y no Pete, pero, en el fondo, puede que nada haya cambiado: la semana pasada, estuvo a punto de acabar en una prisión de Berlín por un accidente de tráfico y posesión de drogas.
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