Estados Unidos
Una vida digna para el pollo
Posiblemente, después de leer «Comer animales» mucha gente se hará vegetariano. Parece lógico, si uno es un lector sensible, considerado con los animales y tiene una conciencia ecológica firme, sentirse concernido por la multitud de datos que Safran suministra sobre el maltrato animal en las granjas industriales.
Ésas que producen millones de animales para el matadero y han conseguido reducir el hambre en el mundo hasta extremos, impensables antes 1950. Comer paisaje, como decía Quico Rivas, todavía no es pecado, pero sí en el horizonte de expectativas de un veganista como Safran.
Espíritu jipi
Pese a las apariencias, Safran Foer no es un autor apocalíptico. Es más bien mesurado, inteligente, y es un amable y divertido novelista que sabe que las cosas hay que fundamentarlas con datos y con poder de convicción literario. Además de excelente escritor, es todavía mejor como ideólogo animalista. Este libro es un gran éxito mundial que ha generado un debate de consecuencias todavía inconmensurables. El tema estaba ya planteado, pero él lo reformula de forma brillante para la sensibilidad «soft posmoderna».
Las revoluciones nunca se sabe cómo acaban, y ésta, marcada por el ecologismo y el animalismo «cool», tiene visos de ser de gran calado entre las nuevas generaciones educadas en el espíritu un tanto jipi de la Gaya Tierra. Safran cree posible un mundo en el que se coma carne si la gente así lo desea, pero que desaparezca el maltrato animal y la extrema crueldad en las granjas industriales. Un pollo debe tener una vida digna en un espacio vital suficiente. Un cerdo, tan inteligente y empático como un perro, debe poder gruñir y revolcarse en un buen lodazal y no vivir constreñido en una granja inhumana, peor que la de Orwell.
Porque esa industria desalmada genera más efecto invernadero y calentamiento global que el transporte, y sospecha Safran que la manipulación genética podría ser la causa de que se adelante la pubertad en las niñas norteamericanas. Sin embargo, no es un activista como los ultraecologista de PETA, que consideran las granjas industriales similares al Holocausto. Como vegano, a Safran le gustaría cambiar las condiciones de estas granjas, en donde la mutilación de las aves, su modificación genética y hacinamiento las incapacita para andar, volar y ser libres.
No sin cierto sentido del humor, Safran ha escrito una novela biográfica, a modo de ensayo, sobre esta moderna industria que inspiró a Ford la cadena de montaje. Confronta análisis, informa sobre el maltrato y sueña con un mundo en el que se trate a los animales como a seres sensibles y no como animales.
Sobre el autor: Está considerado por la revista «Granta» uno de los mejores autores de Estados Unidos. Ideal para... : todos aquellos que piensen que ser ecologista no tiene nada que ver con poseer una adecuada conciencia animalista. Un defecto: La mezcla poco orgánica de narración, apuntes biográficos y cierto tono didáctico. Una virtud: Advierte de la catástrofe de combinar virus animales y humanos. Puntuación: 7
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